Muy activo en las redes sociales —en Twitter cuenta con casi 28.000 seguidores—, colabora con varios medios de comunicación como columnista e incluso como tertuliano en Telecinco e Intereconomía
Este 1 de diciembre de 2012, en rueda de prensa y acompañado por el número dos del partido, Jordi Cañas, la número tres, Carina Mejías y el número uno por Tarragona, Matías Alonso, ha instado a CiU a deshacerse de Artur Mas.
Albert Rivera, el más joven y dinámico de los líderes políticos catalanes, es el rayo que no cesa.
Todavía no disipada la alegría que provocó en Ciutadans y en muchos otros ambitos su indudable éxito en las elecciones del 25-N, pide a los convergentes que propongan otro candidato «que tienda puentes con el resto de partidos de la oposición».
«Que dimita Artur Mas, porque no hay nada más inestable que un gobierno separatista que huye de la crisis».
«Un presidente que sigue insistiendo en dividir la sociedad catalana, en separar Cataluña del resto de España, que tiene como prioridad primera hacer un referéndum ilegal, fuera de la Constitución y del Estatut de Cataluña, no puede ser un presidente que lidere Cataluña».
Y mientras la sociedad catalana trata de digerir el mensaje, muchos españoles se preguntan quién es de verdad el personaje que lo pone sobre la mesa.
Quién es el joven en apenas unos años ha conseguido aglutinar una buena parte del voto de izquierdas antinacionalista en Cataluña.
Albert Rivera procede de un barrio humilde, la Barceloneta, y de una familia en la que los padres regentaban una tienda de electrodomésticos. Tienda que, por cierto, llegó a ser amenazada cuando su hijo comenzó a ser conocido por su labor al frente de Ciudadanos.
Según relata La Otra Crónica de El Mundo, su principal apoyo vital se llama Mariona Saperas, una psicóloga a la que conoce desde los trece años y con la que ha tenido una hija, Daniela, de apenas dos años.
Revela Rivera que la mujer con la que comparte su vida le mantiene en contacto directo con la realidad:
«Mariona, trabajadora en un centro de adicciones, me sigue aportando cada día mucho de lo que se cuece en la calle y que a veces, por el fragor de la política cotidiana, no percibimos».
Rivera es el único hijo de Agustín y María Jesús, un matrimonio de comerciantes. El padre es catalán y la madre, andaluza.
De su infancia recuerda los veranos en Málaga y las tardes, en el patio del colegio. A partir de los 10 años dedicó su vida a la natación, convirtiéndose en dos ocasiones en campeón de braza de Cataluña.
A los 18 cambió este deporte por el waterpolo, que era más fácil de compaginar con sus estudios de derecho en Esade, aunque jugó en la segunda división nacional con el Granollers hasta los 26.
Durante sus años universitarios comenzó a mostrar mucho interés por la política y representó a la Universitat Ramon Llull (URL) en una liga de equipos de debate por toda España, que acabó ganando y que le permitió perfeccionar su capacidad de oratoria.
También fue alumno de Francesc de Carreras, un pretigioso catedrático de derecho constitucional, que impulsó la plataforma Ciutadans de Catalunya, germen del actual partido político.
Tras licenciarse, Rivera hizo un máster en derecho por Esade y un curso de marketing político en la Universidad George Washington, en Washington.
Sus primeros pasos laborales los dio en La Caixa en 2002 y dos años después pasó a formar parte, como letrado, de la asesoría jurídica de esta entidad financiera.
Adicto a la Coca-Cola zero y a viajar, que para él es el mejor antídoto contra los nacionalismos, es presidente de Ciutadans desde el congreso fundacional de 2006, año en el que encabezó las listas del nuevo partido a las elecciones autonómicas, en las que obtuvo tres escaños.
Un buen resultado para estrenarse en el Parlament tras hacer campaña con un cartel electoral en el que aparecía desnudo.
En 2007 una carta que lo amenazaba de muerte para que abandonase su «política contra el nacionalismo» en un plazo de dos meses.
La misiva iba acompañada de un panel en el que aparecía una fotografía suya con una bala clavada en su frente ensangrentada y que fue colocado a las puertas de su casa.
«Los Segadores catalanes hemos intentado hacerles llegar nuestro mensaje, pero nuestra paciencia se agota. Los anticatalanistas, como usted, son invitados a abandonar Cataluña».
Las amenazas no amedrantaron a Rivera, que en 2008 se presentó a las elecciones generales por la circunscripción de Barcelona y, aunque no resultó elegido, se convirtió en el candidato a la presidencia del Gobierno más joven de la historia de la democracia española.
Aficionado a las motos y a la velocidad, su carrera política fue meteórica, y en 2010 repitió como candidato a las autonómicas con un cartel en el que ya salía vestido, a diferencia del resto de candidatos, que aparecían desnudos al fondo de la imagen.
Ciutadans mantuvo sus tres escaños, aunque recibió unos 15.000 votos más que en los anteriores comicios.
Contrario a la prohibición de los toros, la tarde el 26 de septiembre de 2010, Rivera salió a hombros de la plaza la Monumental de Barcelona para demostrar su posicionamiento, acompañado del torero Serafín Marín y del diputado del Partido Popular Rafael Luna.
«Yo no voy a los toros, pero votaré para que José Montilla pueda seguir yendo».
Los suyos dicen que no le gusta nada la hipocresía y que es un poco despistado. Padre primerizo de Daniela, una niña de solo dos años, convive desde hace varios años con su compañera, Mariona, en su casa de La Garriga (Barcelona).
El benjamín de los candidatos dice que la gran mentira del nacionalismo es decir que España expolia a Cataluña.
«Expolio es el del Palau, los 300 millones de los medios de comunicación subvencionados o tirar 200 millones a Spanair en dos años. Eso es expolio».