A diferencia de Islandia, ni se corrigen los abusos del sistema financiero ni se exigen responsabilidades a quienes decapitaron los ahorros
La organización Intermón Oxfam da la voz de alarma en su informe ‘Crisis, desigualdad y pobreza’ lanzado en las últimas horas: De seguir con las actuales políticas de pobreza en diez años el 40 por ciento de la población española será pobre. Se necesitarían 25 años para recuperar el bienestar social. Así de claro.
En un informe al que ha tenido acceso Renovación Balear, la reputada asociación afirma que «a diferencia de Islandia, en España, ni se corrigen los abusos del sistema financiero, ni se exigen responsabilidades a quienes decapitaron los ahorros».
Esta circunstancia, a su juicio, nos pone al mismo nivel que América Latina y el Este Asiático en las últimas décadas del siglo XX a consecuencia del ajuste estructural que sufrieron. A resultas del mismo la gestión de aquellas crisis y su nefasto resultado demuestra que
«el modelo de austeridad centrado en la reducción del déficit y el
saneamiento de la banca, mediante la inyección de fondos públicos financiados a costa de una deuda desorbitada, no genera crecimiento».
Las subidas de impuestos y la reducción del gasto en políticas públicas y en prestaciones sociales para financiar esa deuda, «tienen unos costes terribles para la sociedad, especialmente dramáticos para los sectores más vulnerables, que se traducen en el aumento del desempleo, la pobreza y la desigualdad.
El informe augura así que
«con el rumbo que están tomando las medidas contra la crisis, España va camino de convertirse en un país más pobre, más desigual, con menos derechos sociales y con una democracia mermada».
El análisis recoge de esta forms que en la medida en que los argumentos financieros sigan imperando sobre los sociales y políticos, permitiendo que la riqueza siga acumulándose lejos del alcance de las clases medias, mientras éstas pierden sus puestos de trabajo o su capacidad adquisitiva, «más personas pasan a engrosar las listas de la vulnerabilidad y la pobreza, y son precisamente los más pobres los que quedan abandonados a su suerte».
La restricción de la participación ciudadana en las políticas públicas y el poder del Estado, que cede espacio frente a los mercados es, en resumen, una barrera hoy por hoy insalvable que nos conduce a un abismo inexorable.