La aparición de la declaración completa del director de Método III en "El Periódico" y la revelación de una reunión de alto nivel policial sobre el caso en 'La Vanguardia', muestras del caos
Hay sensación de caos, de descontrol. Y después de unos días en que el Ministerio del Interior ha parecido ir a remolque de los acontecimientos, en un asunto que debería controlar, el escándalo del espionaje en Cataluña efectuado por la agencia de detectives Método 3 centra las preocupaciones de la policía.
No es una cuestión baladí, porque llueve sobre mojado. El pasado 2 de febrero, sin que el ministro Jorge Fernández oel director general de la Policía, Ignacio Cosidó parecieran estar al tanto, la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) de Policía Nacional remitió al juez un informe en el que se detalla que la ‘Gürtel‘, liderada por Francisco Correa, prestó:
«Distintos servicios turísticos para el llamado Jesús Sepúlveda y/o distintos miembros de su familia entre los años 2000 y 2004».
Eso ha dejado a la ministra Ana Mato a los pies d elos caballos y ha abierto un agujero de cuidado al PP.
Para evitar en lo posible nuvos ‘despistes‘, este mismo lunes, 18 de febrero, se reunen en Madrid su director general, Ignacio Cosidó, el director adjunto operativo, Eugenio Pino, y el jefe superior de Policía de Cataluña, Agustín Castro Abad.
El Ministerio del Interior ha puesto el sello de «prioritario» sobre este asunto.
El encuentro, al más alto nivel, persigue trazar una estrategia para abordar el escándalo y una respuesta en el caso de que alguno de los dosieres, que podrían afectar a políticos y empresarios salgan a la luz o caigan en manos de terceros.
Ya era hora, porque -como escribe Manuel Ortega en ‘El Semanal Digital‘- el desgobierno de Jorge Fernández en el Ministerio de Interior empieza a alcanzar cotas que dejan al ministro en situación comprometida respecto a la gestión de su cartera.
Ni siquiera en los círculos gubernamentales o del Partido Popular se alcanza a comprender qué ocurre en las dependencias de Fernández.
La última avería se producía este domingo, cuando la declaración completa del director de Método III, Francisco Marco, aparecía publicada en El Periódico dos días después de que hubiera prestado declaración en la comisaria de la Verneda (Barcelona).
Las seis páginas de la declaración del directivo de la agencia de detectives, colocada en la picota por el presunto espionaje a políticos y empresarios, pueden consultarse en la web del diario.
Esa consulta permitía acceder a las acusaciones realizadas por Marco contra exempleados de la empresa, que aparecían con nombre y apellido y eran señalados por el declarante como posibles filtradores de los informes de la polémica.
Por si no fuera suficiente, otro rotativo catalán, La Vanguardia, informaba con todo lujo de detalles sobre la reunión prevista para este lunes con el director adjunto operativo, comisario Eugenio Pino, y el jefe superior de Policía de Cataluña, comisario Agustín Castro, para valorar cómo operar en esta crisis del espionaje catalán.
Estas filtraciones en un asunto crítico vienen a sumar otro peldaño más en la escalada de Fernández en Interior, cuyas genialidades en el Ministerio van camino de ser dignas de los mármoles.
Los reproches de sus compañeros de partido no se quedan sólo en el hecho de que haya mantenido a altos mandos policiales de la órbita socialista, sino también la paralización de investigaciones sobre temas denunciados por los populares en la oposición y por los que se ha pasado de puntillas.
Y eso sin contar otras ideas, como el intento de mantener en el despacho de la Dirección General de Tráfico (DGT) a Pere Navarro, que ocupó el cargo durante el zapaterismo. O las huidas en la cúpula del Ministerio, camufladas de cansancio y búsqueda de nuevos horizontes.
El problema, aseguran fuentes populares, está en la ligazón del ministro con Mariano Rajoy, aunque su gestión haya hecho acusar al presidente duros golpes, como el informe de la Udef sobre Ana Mato.
Lo cierto es que a Fernández le quedan pocos apoyos en la estructura de partido, ya que goza de escasas simpatías, y éstas, en todo caso, habría que buscarlas más en otros ámbitos, como el de algún medio de comunicación o la jerarquía eclesiástica.
Y es que Fernández parece estar más preocupado por cuidar sus relaciones más allá de la política que por uno de los Ministerios clave para Rajoy.
Ni siquiera su imagen ha salido bien parada, con el bochorno de la bronca de Mato en vivo y directo en el Comité extraordinario celebrado dos semanas atrás.
Más gasolina arrojada al fuego interno contra Fernández, al que se le achaca un papel importante en la excarcelación del etarra Bolinaga.
Pero no es el único caso. La visita que rindió al Papa en semanas pasadas fue muy criticada en el Ministerio y no sentó nada bien en la Guardia Civil y en ciertos ámbitos de La Moncloa, que no daban crédito a la imagen de algún alto mando de la Benemérita, cargado de medallas, presentando respetos a Benedicto XVI prácticamente de rodillas.
Imagen, por cierto, difundida en algunos informativos de televisión.