Cuando no tiene a mano a nadie se va a comprar sangre de cerdo y de otros animales a los supermercados
Se llama Michelle, tiene 29 años, y desde su altiva orondez declara al mundo entero que le encanta beber sangre; y si es humana mejor.
Ante las cámaras del exitoso programa ‘My Strange Addiction’ del canal norteamericano TLC, la fémina acaba de confesar que lleva diez años ‘dándole’ al tema, y que se considera una verdadera adicta. No en balde se desliza cada día por el gaznate un litro como media.
Tras informar a la espantada audiencia que le gusta «beber a morro» directamente de sus amigos, es decir, haciéndoles cortes en los brazos para succionar a gusto, la protagonista de esta repugnante práctica aduce que no lo hace directamente del cuello, para que no la llamen vampira y no dar así que hablar.
Lo hace, eso sí, con personas de máxima confianza, «ya que no quiero coger alguna enfermedad como la hepatitis o el sida».
Detalla además que sabe diferenciar muy bien entre la sangre de hombre y la de mujer, «ya que saben distintas», aunque cuando no puede conseguirla se acerca tranquilamente a algún supermercado y la compra de cerdo u otro animal. Luego se la sirve en una copa y santas pascuas.
Todo empezó en el año 2003 a resultas de la manía que tenía de autolesionarse: «La probé una vez y me encantó, ahora la bebo a todas horas siempre que puedo».