El exsindicalista de UGT utilizaba sociedades al frente de las cuales estaban hombres de su confianza total
Personajes dignos de una película: un alcohólico, un cocainómano e incluso un «camello» eran las tapaderas para que Juan Lanzas abriera cuentas en las que ingresar el dinero de las comisiones fraudulentas en los ERE o para emitir facturas falsas con las que hacer aflorar el dinero.
Explica Mercedes Benítez en ‘ABC‘ quela juez Mercedes Alaya insiste en el auto por el que envió a la cárcel a Juan Lanzas en el gran poder de influencia del conseguidor.
De hecho asegura que pudo influir para que el exdirector general de Trabajo, Francisco Javier Guerrero, fijara las comisiones de las mediadoras por encima del valor del mercado.
Pero además los últimos autos sacan a la luz personajes dignos de una película: un alcohólico, un cocainómano e incluso un «camello», las tapaderas para que Juan Lanzas abriera cuentas en las que ingresar el dinero de las comisiones fraudulentas o para emitir facturas falsas.
Son el conocido chófer de la coca, Juan Francisco Trujillo, y el testaferro, Juan Francisco Algarín, ambos con serias adicciones.
Ambos están imputados y han estado en prisión. Ambos tienen en común, además de ser de Jaén, importantes adicciones.
El primero, al alcohol y el segundo, a la cocaína. Mientras que el primero estaba en un centro de rehabilitación y comía en comedores sociales, el segundo es «chófer de la coca», que admitió que él y Guerrero se gastaban el dinero público en cocaína, fiestas y copas.
El tercero es Gregorio Martínez, que controlaba la empresa «Promociones Vinícolas» y es supuesto camello del chófer.
Así, la juez deja claro que Lanzas necesitaba de «un entramado societario a través del cual poder mantener oculta su identidad y cobrar parte de las sobrecomisiones de Vitalia».
Y utilizaba sociedades al frente de las cuales estaban hombres de su confianza o testaferros. Desde 2004 a 2006, Lanzas se valdría de Juan Francisco Algarín, «persona con importante adicción al alcohol, que utilizaría para aperturar cuentas a su nombre, hacer reintegros en efectivo y cobrar cheques».
Este personaje fue el que acompañó a otro de los testaferros, Eduardo Leal, a retirar dinero, entregando los sobres que él o Eduardo habían sacado principalmente a Lanzas. Algarín entregaba a Lanzas en los bares de las inmediaciones de la Consejería de Empleo o cerca del Parlamento.
El chófer, Juan Francisco Trujillo, aparecía como beneficiario de dos sociedades fantasma que lograron que Guerrero subvencionase con 900.000 euros. El chófer admitió que fue a Madrid a recoger sobres del exdirectivo de Vitalia, Antonio Albarracín, con fajos de billetes para Guerrero.
Y en cuanto al «camello» la juez deja claro que Guerrero le dio subvenciones de casi 348.000 euros en la época que él y su chófer «precisaban grandes sumas para atender sus necesidades».