Puede ser el final de una penosa travesía en el desierto o la confirmación de que existió delito. Ahora, cuatro años después de la caída de Caja Castilla-La Mancha, está previsto que el juez Pablo Ruz – sí, el mismo que lleva el caso Luis Bárcenas – decida si cierra el caso o se celebra el juicio, una vez terminada la fase de instrucción. Puede que a partir de ahora el que fuera consejero, diputado nacional y candidato a la Alcaldía de Toledo, Juan Pedro Hernández Moltó, descanse por fin o pague por lo que muchos consideran el gran asalto a la CCM, la entidad que presidía.
De aquél hombre que se atrevió a decirle a Mariano Rubio «míreme a los ojos» queda poco. No aparece. Está escondido. Y no es para menos. Fue el primero en saltar a la primeras páginas – después le han seguido muchísimos – y el primero en despertarnos del sueño, en lanzarnos a los leones, en enseñar a los ciudadanos que las cajas hacen trampas con su dinero, que favorecen a los amiguetes, que benefician a cuatro.
Puede que hoy mismo, según aseguraba en su edición del domingo el diario El Mundo, el mediático juez decida si imputa a Hernández Moltó y a Ildefonso Ortega, el que fuera director general de la entidad. No podía ser en peores circunstancias. Ahora estamos mucho peor que hace cuatro años y que hace dos, cuando fueron imputados en parte por las denuncias de la Fiscalía Anticorrupción y el Partido Popular.
Quizás todo lo veamos esta semana que acaba de comenzar. Seguro que Hernández Moltó está deseando que esto acabe. Como todos.