Mejor será que el propio PP a nivel nacional asuma de una vez por todas que una buena parte de la izquierda está de rebajas y echará mano de todas las técnicas
La nota aparece este 12 de abril de 2013 en Elsemanaldigital, diario online que dirige su autor.
Y dadas las fuentes de Antonio Martín Beaumont, cuyo conocimiento de lo que ocurre en la sede popular de la madrileña calle Génova y en los entresijos del PP está por encima del de cualquier otro periodista capitalino, conviene prestar atención a su comentario:
El sórdido cuento de las fotos de 1991 publicadas por ‘El País‘ o la fábula de los que fueron por lana y salieron trasquilados.
Una nueva perla del basurero político. Pero, sobre todo, un gran fraude informativo. Uno más en la fabricación de climas artificiales por cuenta de un medio de comunicación al que secunda la izquierda en general y el socialismo en particular.
El pésimo momento por el que atraviesa PRISA-PSOE lleva a la obsesión de hurgar hasta en las hemerotecas en búsqueda de un escándalo. Y si no hay escándalo, se «cocina».
Aparte de su tufillo, el episodio de la «fotografía recuerdo» de Alberto Núñez Feijóo demuestra a las claras la falta de esperanza de los estrategas de la calle Ferraz de consolidar una alternativa atractiva al PP.
Para mayor escarnio, cuanto más ha intentado la izquierda política y mediática estirar la cuerda del linchamiento a Núñez Feijóo por más sitios se ha roto.
El presidente de la Xunta ha tenido respuesta para todos y para todo y ha rematado a sus acusadores con esta verónica: la mayor ayuda pública otorgada a las empresas de Marcial Dorado fue concedida por el bipartito de PSOE y BNG cuando gobernó entre 2005 y 2009. Ascendió a 125.000 euros.
El tiro por la culata. En el «imaginario popular» se ha instalado definitivamente que Alberto Núñez Feijóo ha sido la víctima propiciatoria de una sucia cacería personal.
Pillados una y otra vez los amañadores con las manos en la masa, lo inteligente hubiera sido esconderse un tiempo. En lugar de eso, llevan días tratando de colar al españolito de a pie el gol de un montaje entre compañeros del PP para frenar a Alberto Núñez Feijóo en una curiosa sucesión de Mariano Rajoy.
¿A quién pretenden engañar con ese repentino cambio de guión? ¡Las instantáneas no sólo han sido publicadas por el rotativo de cabecera de Alfredo Pérez Rubalcaba sino propagadas profusamente por políticos y opinadores socialistas! La senda del «fuego amigo» ha quedado vedada para un PSOE cuya falta de credibilidad es lugar común.
Con todo, conviene sacar alguna moraleja del suceso. Porque, cruzado el Rubicón, alea iacta est. La primera, y más importante: Núñez Feijóo ha sabido afrontar el linchamiento como un político bien preparado del siglo XXI.
El presidente gallego decidió asumir ante la opinión pública, ante sus propios votantes, todo el peso del frenazo a las difamaciones.
En todo momento ha actuado con transparencia y humildad, sabedor de que la función pública se juega hoy en el terreno de la democracia mediática.
Nada más publicarse las fotos de marras, Alberto Núñez Feijóo recurrió a su principal activo: él mismo. Así las cosas, citó a los medios de comunicación, dio la cara en rueda de prensa y empezó por algo tan elemental y revolucionario al mismo tiempo como contar la verdad.
Al hacerlo, ha tenido la mitad del camino andado, porque eso es precisamente lo que demanda a gritos la ciudadanía.
Convirtiéndose en omnipresente, ofreció explicaciones en un auténtico road show allí donde fue llamado, televisiones y radios, además de aparecer en entrevistas en periódicos.
Núñez Feijóo demostró a propios y extraños que los políticos tienen un techo de cristal y que el suyo lo tiene limpio para mirar a través de él.
Y, por último, acudió al Parlamento gallego para, en su cámara de control político, ofrecer las aclaraciones necesarias.
La segunda moraleja a extraer resulta preocupante: hay políticos y periodistas apostados para sacar rédito de cacerías personales. Es decir, todo vale: Para ciertos «sicarios» la política ya no consistiría en hacer mejores propuestas para convencer a los ciudadanos.
No, ahora toca tratar de terminar con la reputación del adversario hasta rebuscando en su vida privada a lo largo de los años.
Y hacerlo incluso a costa de retorcer la realidad para que, amarilla ya por el paso del tiempo, aparezca distinta en la opinión pública.
Es lo que hay y mejor será que el propio PP a nivel nacional asuma de una vez por todas que una buena parte de la izquierda está de rebajas y echará mano de todas las técnicas. Caer en sus trampas sería un gran error.