Hoy día el PSOE mantiene hasta 6,5 liberados por tan solo uno de la oposición.
Quien no ha visto alguna vez a algún amigo o conocido tener una caída tonta con la moto y levantarse y, para huir del ridículo, decir con solemnidad «cada uno se baja de la moto como quiere». El PSOE en Cuenca aplica esta máxima a la crisis: cada uno la afronta como quiere y puede y el PSOE la afronta a golpe de liberados, directores generales y gerentes varios.
Nunca la ciudad de Cuenca vivió una legislatura como la pasada, con tantas traiciones de los hombres de Barreda hacia el Ayuntamiento, entonces gobernado por el popular Francisco Pulido. Estos hombres de Barreda, entre los que se encontraba el presidente de la Diputación y hoy alcalde, Juan Ávila, no dudaron nunca en anteponer los intereses de su partido y los personales a los de los conquenses espoleados por el único periódico que entonces había en Cuenca, El Día.
Son incontables las trabas que pusieron en el camino y en el trabajo del equipo de Pulido, para muchos el mejor alcalde que ha tenido Cuenca, y las maldades que llegaron a poner en práctica. Había que garantizar por cualquier medio la posible la victoria en el Ayuntamiento viendo, como se veía, que el Gobierno regional iba a cambiar de manos. Demasiadas bocas se quedaban sin sustento. El resultado, por todos conocidos, fue la victoria del PSOE en las municipales por 138 votos.
Esta diferencia mínima de votos – nunca se llegó a demostrar la supuesta compra de votos que se produjo en dos barrios de la capital – no presagiaba lo que vendría después. De los 13 concejales con los que cuenta el PSOE llegaron a tener hasta nueve liberados, cifra reducida hoy día hasta 6,5 por tan solo uno de la oposición. La crisis, para el PSOE, va por barrios y han querido que pase de largo para varios concejales y antiguos cargos de la Junta en la provincia que no tienen empleo conocido y cuyo futuro únicamente pasa por la política. El mismo alcalde lleva toda la vida dedicado a la cosa pública y si no hubiera ganado las elecciones hubiera tenido un serio problema de subsistencia; el mismo caso es el del joven aunque parece que no suficientemente preparado concejal de Economía, Enrique Hernández Valero, antiguo delegado de Hacienda y copartícipe de la ruina de Castilla-La Mancha. Sin trabajo ha encontrado en el Ayuntamiento un salvavidas mientras que el resto de liberados, salvo Pilar Herraiz que está en su misma situación, tienen gracias a su puesto un importante incremento salarial.
A pesar de esta legión de liberados a los que habría que sumar un director general de Recursos Humanos con un sueldo de 75.000 euros al año, un gerente de la recién creada empresa pública del agua y otro gerente de la fábrica municipal de maderas, la ciudad más necesitada de Castilla-La Mancha vive un letargo incomprensible sin proyectos ni ilusión. Mientras la ciudad de las Casas Colgantes languidece, los mismos que arrasaron la región e hipotecaron el futuro de miles de personas se aseguran su sustento. El PSOE siempre ha sabido cuidar de los suyos y el ejemplo de Cuenca es uno más. Para ellos la crisis es cosa de pobres que no estén afiliados.
