La conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria que se celebra en Roma nos brinda una nueva opción
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), lo deja muy claro en un informe presentado estas últimas horas en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria y Nutricional que se celebra en Roma: comer insectos, una vez superado el asco que suscitan, es una buena opción no sólo para los mas pobres, sino para todos aquellos que quieran incorporar a su dieta una serie de nutrientes que superan con creces los que facilitan la carne y el pescado.
Tras apuntarse de paso que «la recolección y cría de insectos pueden generar empleos e ingresos en efectivo, hasta ahora sobre todo a nivel familiar, pero también potencialmente a nivel industrial», el estudio levanta ampollas entre propios y extraños, aunque se sustenta con una base muy sólida: 2.000 millones de personas ya lo hacen en todo el mundo y no pasa nada.
COMO PIENSO SON TAMBIÉN IDEALES
Eva Muller, directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO y coautor del informe ‘Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado’, matiza no obstante:
«No estamos diciendo que la gente debe comer bichos. Lo que decimos es que los insectos son sólo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento, y sobre todo, como pienso».
De hecho, según el estudio, la carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 mg por 100 gramos de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por 100 gramo de peso en seco, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.
A nivel mundial, los más consumidos son: escarabajos (31 por ciento), orugas (18 por ciento), abejas, avispas y hormigas (14 por ciento), y saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento). Muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc.
VENTAJAS DE LA CRÍA DE INSECTOS
Además de en la lucha contra el hambre, los investigadores consideran que la cría de insectos puede tener otras ventajas, como por ejemplo evitar la sobreexplotación forestal.
Algunas especies, como el gusano de la harina, ya se producen a nivel comercial, ya que se utilizan como alimentos para mascotas, en los zoológicos y en la pesca recreativa. Si la producción fuera más automatizada, se podrían bajar los costes a un nivel en el que la industria se beneficiaría de la sustitución de harina de pescado, por ejemplo, con harina de insectos en la alimentación del ganado.
OTRAS CURIOSIDADES
Asimismo, debido a que son de sangre fría, los insectos no utilizan energía alimentaria para mantener la temperatura corporal. En promedio, los insectos utilizan sólo 2 kg de pienso para producir 1 kilo de carne de insectos. En el otro extremo del espectro, una vaca requiere 8 kg de pienso para producir 1 kg de carne de vacuno.
Además, los insectos producen una reducida cantidad de emisiones como metano, amoníaco, gases de efecto invernadero –que originan el calentamiento climático– y de estiércol, todo lo cual contamina el medio ambiente. De hecho, los insectos pueden ser utilizados para descomponer los desechos, ayudando en los procesos de compostaje que devuelven los nutrientes a la tierra a la vez que reducen los malos olores.
En el plano industrial, el trabajo señala que la recolección y cría de insectos pueden generar empleos e ingresos en efectivo, hasta ahora sobre todo a nivel familiar, pero también potencialmente a nivel industrial, aunque reconoce que existen algunos impedimentos.
Paul Vantomme, uno de los autores del informe, asegura que
«El sector privado está dispuesto a invertir en la cría de insectos. Tenemos grandes oportunidades por delante. Pero hasta que no haya claridad en el ámbito jurídico. ninguna empresa importante va a asumir el riesgo de invertir dinero si las leyes siguen siendo poco claras o incluso obstaculizan el desarrollo de este nuevo sector».
De hecho, la legislación de la mayoría de las naciones industrializadas impide alimentar con residuos, estiércol líquido o desechos alimentarios a los animales, a pesar de los insectos se alimentan normalmente de estos materiales y de que los insectos son tan diferentes de los mamíferos a nivel biológico, que es «muy poco probable que las enfermedades de los insectos se transmitan a los seres humanos».
EL PROCESADO ES MUY IMPORTANTE
Al igual que con otros tipos de alimentos, la producción higiénica, el procesado y la producción de alimentos serán importantes para evitar el crecimiento de bacterias y otros microorganismos que pudieran afectar a la salud humana, advierte el estudio de la FAO.
Los bosques, los árboles en las explotaciones agrícolas y los sistemas agroforestales son fundamentales en la lucha contra el hambre y deben estar mejor integrados en las políticas de seguridad alimentaria y de uso del suelo, ha afirmado este lunes el director general de FAO, José Graziano da Silva, en la Conferencia Internacional sobre los Bosques para Seguridad Alimentaria y Nutricional.
«Los bosques contribuyen al sustento de más de mil millones de personas, incluyendo muchas de las más necesitadas del mundo. Los bosques proporcionan alimentos, combustible para cocinar, forraje para los animales e ingresos para comprar comida», ha explicado Graziano da Silva, quien ha indicado que, pese a ello, «los bosques y los sistemas agroforestales son rara vez tenidos en cuenta en las políticas de seguridad alimentaria y de uso de la tierra».
LOS BICHOS MÁS CONSUMIDOS
Según la investigación de la FAO -realizada en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos)-, los seres humanos consumen en el mundo más de 1.900 especies de insectos.
A nivel mundial, los más consumidos son: escarabajos (31%), orugas (18%), abejas, avispas y hormigas (14%), y saltamontes, langostas y grillos (13%).
El informe destaca que muchos insectos son ricos en proteínas y grasas «buenas» y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc.
La carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 mg por 100 g de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por 100 g de peso en seco, dependiendo de la especie y el tipo de alimentos que los propios insectos consumen.