Cataluña es un grano doloroso para el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no termina de explotar o curarse. Tanta es la infección que el propio Rajoy se ha convertido en otro grano para muchos líderes dentro del Partido Popular que no entienden cómo puede si quiera plantear un déficit a la carta especial para esa comunidad autónoma cuyos gobernantes han tensado demasiado la cuerda.
El presidente del Gobierno ha pedido «alturas de miras» ante la situación pero es difícil que comunidades como Castilla-La Mancha que han sufrido tanto para conseguir cumplir el déficit fijado para 2012 se vean ahora discriminada. ¿Ha dado igual tanto sacrificio? El asunto se le está complicando por momentos a Rajoy. La administración regional en su conjunto tiene que tener un desequilibrio negativo del 1,2% del PIB para este año, una cifra superior al 0,7% previsto inicialmente y que se ha ampliado tras abrir la mano la UE para el déficit general del Estado.
Pero este 1,2% no es suficiente para algunas autonomías, con Cataluña a la cabeza, que buscan una redistribución del objetivo y que no sea el mismo para todas. La pugna que hasta ahora se producía entre bambalinas va tomando también el debate público y muchos barones del PP ya no esconden su malestar. Estas críticas han llegado con más fuerza después de los contactos del Gobierno este fin de semana con la Generalitat y el PP catalán para abordar el déficit de esta comunidad.
La presidenta del Gobierno regional, María Dolores de Cospedal, ha advertido que los gobernantes del resto de autonomías no permitirían ese trato de favor a Cataluña: «Ni lo deben temer ni se va a producir. Lo que no va a hacer el Gobierno para ayudar a los ciudadanos de una comunidad autónoma es perjudicar a los de otra», dijo.
Haría bien Mariano Rajoy en escuchar a su número dos. Ya no es un asunto de credibilidad, sino de discriminar a los que más han trabajado y sufrido. Y aquí se han hecho las dos cosas, y mucho.