El Rey Juan Carlos ha iniciado los trámites para renunciar al uso de la embarcación y el Consejo de Ministros decidirá su futuro
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El precio final del yate ‘Fortuna’, al que ahora ha renunciado el Rey y que le regalaron unos empresarios mallorquines en el año 2000, ascendió a 15 millones de los actuales euros. Dos de ellos salieron del erario público de la mano del primer Govern de Jaume Matas -que lo dejó decidido un año antes de salir del Ejecutivo balear- al no poder hacer frente los protagonistas de la dádiva al precio ‘extra’ que supusieron algunos arreglos de última hora.
CASI NO LO USABA
Desde el recorte de gastos, la Familia Real salía a navegar con él sin embargo de forma excepcional, ya que tan sólo llenarle el depósito cuesta la nada despreciable cifra de 25.000 euros. En su lugar utilizaban la lancha ‘Somni’, propiedad del armador Josep Cusi, que éste pone a disposición del Rey todos los veranos.
Como es ya sabido el Rey Juan Carlos ha iniciado los trámites para renunciar al uso del mismo, adscrito a Patrimonio Nacional y que se encuentra habitualmente en Palma, desde donde sólo salió a la mar durante sólo ocho horas el 13 de agosto de 2012.
El monarca ha solicitado ahora a Patrimonio Nacional que dé comienzo a los trámites para la desafectación de este barco como bien de dicho organismo.
En concreto, siguiendo las instrucciones de Don Juan Carlos, el jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, ha solicitado a Patrimonio Nacional que inicie este proceso administrativo.
A partir de ahí, este expediente pasará al Ministerio de la Presidencia, del que depende Patrimonio Nacional. El Departamento que dirige Soraya Sáenz de Santamaría presentará a su vez esta decisión al Consejo de Ministros, que es el que decidirá en último término qué se hará con el yate.
ES EL SEGUNDO REGALO
La actual embarcación sustituyó en la referido año a un anterior ‘Fortuna’ que Don Juan Carlos había recibido también como obsequio del Rey de Arabia Saudí a finales de los años 70. Con ese primer yate el entonces Príncipe de España compitió en unos Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, y acabó siendo donado al Museo Olímpico de Barcelona.
Construido por los astilleros de Izar en San Fernando (Cádiz), el yate del que se ahora se desprende tiene una cubierta principal con un salón noble, un comedor, una cocina y un gran puente de mando. En el piso inferior, tiene cuatro camarotes, dos reservados para el Rey y sus invitados, que ocupan toda la manga, y otros dos a ambas bandas del pasillo central.