La agencia Cabanach Detectives montó un dispositivo durante tres días en una caseta de la Feria de Abril
Francesc Antich había sacado dos meses antes de las instituciones a la extinta UM, tras estallar la Operación Voltor, y el PP veía cómo se le entreabrían las puertas del poder tras haber quedado más que denostada una oposición que, a modo de ‘bloque’, se resquebrajaba en su línea de flotación.
A Munar le quedaban días para seguir presidiendo el Parlament balear, y hacía ya meses que coleaba el ‘inquietante’ caso Palma Arena.
VISTO BUENO Y A POR TODAS
Los ‘populares’ hicieron suyo entonces el dicho de ‘la ocasión la pintan calva’ y, sin más preámbulos que el presumible visto bueno de quien por entonces ya era su presidente autonómico, José Ramón Bauzá, quisieron apuntillar al adversario, aprovechando quizás el tirón de ‘otras’ presuntas investigaciones que apuntaban más´alto’, y que a lo mejor tenían en su punto de mira a algún juez o fiscal…
En abril de 2010 la agencia Cabanach fue la encargada de poner en práctica sus propósitos. Tras firmar un contrato con el PP balear se fijaron los objetivos: vigilar a la cúpula de la empresa pública Servicios Ferroviarios de Mallorca, SFM, durante un viaje a Andalucía. Las ‘víctimas’ eran al parecer sus dos directores gerentes, Tomeu Gual y Jaume Jaume, así como un tercer allegado.
Los dos primeros, del PSIB y del PSM, habían sido nombrados a dedo por el expresidente del Govern, Francesc Antich, quien en esas fechas acababa de nombrar a Gabriel Vicens nuevo conseller de Medio Ambiente y Movilidad, cuyas competencias recaían sobre la citada empresa pública.
UN SOPLO
Mientras los consellers ‘uemitas’ de Medio Ambiente, Turismo y Deportes y Juventud, Miquel Ángel Flaquer, Miquel Ferrer, y Mateu Cañellas, ya se batían en retirada, los ‘populares’ se las prometian muy felices tras el ‘soplo’ de que los máximos responsables de la mentada empresa, que gestiona los ferrocarriles y el metro de la Comunidad Autónoma Balear, iban a ser cuanto menos que ‘sobornados’ a modo de agasajo de la mano de un conocido constructor en la Feria de Abril de Sevilla.
Se pretendía fotografiarles así arrancándose por bulerías, en pleno sarao a costa del erario público, para luego ‘filtrar’ a los medios las imagenes a modo de escarnio. El tiro les salió por la culata.
NI APARECIERON
Tras montarse un dispositivo de vigilancia en una caseta del lugar durante 24 horas, y por espacio de tres días al precio de 4.176 euros que fueron pagados en tres tandas, -facturadas oficialmente por el PP balear el 22 de abril , el 20 de septiembre y el 20 de noviembre- los susodichos ni se dejaron ver, ‘toreando’ así a todos y dejando los vuelos de las flamencas sin más sombra que la de los lugareños y turistas.
RESPONSABILIDADES
Miquel Ramis es ahora el cabeza de turco en esta extraña trama que ha sido bautizada por los socialistas como el ‘baleargate’, y que pronto llegará no sólo al Parlament balear, sino al mismísimo Congreso de los Diputados de la mano de los tres diputados socialistas de Baleares, que pedirán algo más que explicaciones a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.
Las responsabilidades habrán de depurarse y, por el camino, los ‘populares’ pueden encontrarse con alguna otra ‘zancadilla’ añadida que les deje, no sólo por los suelos, sino en el fondo del descrédito.