Tienen difícil erosionar al Gobierno regional porque quien se ha erigido como baluarte de la lucha contra la corrupción es precisamente Cospedal
Camina con paso firme sabiendo que no tiene absolutamente nada que ocultar. La presidenta del Gobierno regional y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, está lidiando un toro al que jalean como posesos desde la barrera los socialistas de Castilla-La Mancha y algún que otro «juntaletras descolocao» y
que asusta, y mucho, en el seno popular.
La guerra entre el PP y Luis Bárcenas ha estallado con toda su crudeza. Se trata de un divorcio en toda regla que ya veremos cómo acaba, pero que comenzó cuando Cospedal puso fin a las maniobras de Bárcenas dentro del PP. Eso no se lo ha perdonado el ex tesorero que ha comenzado la descarga de sus bombas contra ella, que ha respondido con rotundidad para dejar claro que no va a pasar ni una. A cada ataque, a cada calumnia, una denuncia.
A nivel nacional, el PSOE y los medios de comunicación cargan contra los silencios de Mariano Rajoy, principal damnificado de esta guerra que gestiona a su manera. En el ámbito regional, los socialistas arremeten con todas sus fuerzas contra Cospedal aunque no sepan muy bien de qué acusarla. Es algo que tienen bien aprendido: si repites una mentira mil veces para algunos será una verdad incuestionable. Esta máxima la aplican con una maestría envidiable y sin ningún tipo de reparo o vergüenza. Critican hasta quedarse afónicos las políticas de austeridad emprendidas por el Gobierno regional por la deuda y las facturas sin pagar millonarias que dejaron pero eso ni lo nombran. Qué bien se vivía antes, ¿verdad? La cuenta, por favor, que paga el que está a mi lado.
En Bárcenas, Page y los suyos han encontrado el ginseng que necesitaban y aprovechan el rechazo social que produce el personaje (veremos cuando se explique si cambia esa percepción) para erosionar al Gobierno regional. Lo tienen difícil porque quien se ha erigido como baluarte de la lucha contra la corrupción es precisamente Cospedal.
Sin rumbo ideológico y con una carencia de líder que pone en peligro serio de desintegración a la formación, el principal damnificado de esta guerra no es el PP, que nadie lo dude, es el ciudadano. Porque después del PP ren estos momentos no hay alternativa, no hay nada.
