Ambos jóvenes golpearon al empresario en la cabeza casi medio centenar de veces
Una de las armas con la que fue asesinado Andreu Coll Bennassar, el empresario de la localidad mallorquina de Alaró que murió en su vivienda en la madrugada del pasado 30 de junio a manos de su hijo y de un amigo de éste, fue una cachiporra de madera en cuya punta había cuatro clavos de diez centímetros de longitud cada uno.
La misma había sido fabricada por Andreu Coll Tur, el joven de 18 años ahora encarcelado, que se ‘inspiró’ en la que utiliza el protagonista del conocido videojuego ‘DeadRising 2’ con el ánimo de matar al mayor número posible de zombis.
LARGAS PARTIDAS
Y es que el asesino confeso es un auténtico experto en estas lides, ya que no en balde conoció al que iba a convertirse en su cómplice jugando largas partidas online al ‘Call of Duty’, el famoso pasatiempo bélico al que ambos dedicaban largas horas a los mandos de sus respectivas Play Station 3, el primero desde Mallorca y el segundo desde Zaragoza.
Entablaron así una estrecha relación, hasta al punto que Francisco Abas Rodríguez, de 20 años, decidió trasladarse a la casa de Andreu, propiedad del infortunado, escasamente cuatro días antes de perpetrarse el crimen. La idea bullía en sus cabezas largo tiempo atrás.
«POR AMOR»
Fran declaró ante el juez el pasado viernes por la noche, antes de ser mandado a prisión junto con su amigo, que ayudó en el asesinato «por amor», y coincidió en el relato de los hechos con Andreu, un chico con rasgos psicópatas ya que parece no arrepentirse de lo sucedido.
Como ya ha relatado RB, drogaron al empresario con pastillas, que al parecer metieron en unos pasteles para, acto seguido propinar a su víctima un total de 40 golpes en la cabeza.
Lo hicieron, amén de con la cachiporra que esgrimió Fran y con la que le atacó por la espalda, con un martillo, un puntal de madera, un jarrón y, finalmente, con un bafle de música que le remató cuando alcanzó la sala de la vivienda en una huida desesperada. De este golpe ‘de gracia’ se encargó su propio hijo.
Andreu Coll Bennàssar era un hombre feliz. Pese a haberse separado de su mujer con la que tenia tres hijos -a dos los había desheredado dejando toda su fortuna a Andreu- trataba de rehacer su vida, y los negocios le iban viento en popa. Su fortuna estimada en 50 millones de euros da fe de ello.
Había estado estrechamente unido recientemente a una joven eslava menor que él, madre de una hija, aunque en febrero habían roto. Nada hacía presagiar sin embargo tan trágico final.