Una vez que Garzón bajó de la cabina y presenció el horror a su alrededor, conmocionado, volvió a hablar por teléfono (lo hizo con Adif y quizá con alguna otra persona), pero también se desahogó con varios policías
La línea de investigación de que el trágico accidente ferroviario de Santiago de Compostela se produjo por un despiste del maquinista, aunque no la única, sí es la principal establecida por los agentes policiales.
El atestado policial, que el ministro de Interior calificó este 27 de julio de 2013 de «complejo«, deberá estar terminado hoy para que Francisco José G. A., de 52 años, el maquinista de Renfe detenido al que se le imputa un presunto delito de homicidio imprudente, pase a disposición judicial y preste declaración ante el juez.
En el informe que elabora la Policía se incluyen las declaraciones de múltiples testigos y de las personas de emergencias e incluso agentes que pudieron hablar con el maquinista tras el descarrilamiento.
Las llamadas del maquinista, la clave
La hipótesis más contemplada es la del despiste por parte del conductor del tren. Según relata el diario ABC, los agentes se centran en la investigación de las llamadas realizadas por el teléfono móvil por parte de Francisco José G. A. en el momento en el que tenía que haber reducido la velocidad a los 80 kilómetros por hora para tomar una curva muy cerrada del trazado.
Los agentes estudian de qué importancia fueron estas comunicaciones, en el caso de que se produjeran, también por SMS u otros sistemas de mensajería, y la duración y el momento en el que se produjeron.
El personal de emergencias con el que habló el maquinista tras el suceso, ha declarado que este admitió que entró en la curva a 190 km/h y que se atribuyó la culpa de lo que había sucedido.
¿Problemas de seguridad?
La seguridad es también otra de las líneas de investigación. El diario El Mundo publica este domingo el documento denominado ‘itinerario de marcha’, que es la hoja de ruta que utilizan los conductores de Renfe para conocer las pautas de velocidad a lo largo de la línea y otras indicaciones.
En este documento se aprecia la orden de que, llegado al kilómetro 84,230, la velocidad puede llegar a los 220 km/h, pero a continuación, a solo 300 metros de la curva, debe haberse reducido hasta los 80 km/h.
El documento, sin embargo, no estipula cuándo debe comenzar la reducción de velocidad ni marca pautas para hacerlo.
El diario El País, por otra parte, señala errores de coordinación en el rescate de las víctimas.
Apunta que se tardaron dos horas en establecer el estado de alerta 2, requerido para un incidente de estas características; hubo dificultades para instalar equipos que dieran iluminación a la zona; y dos helicópteros movilizados para trasladar al personal sanitario nunca llegaron a despegar.
EL DOLOR DEL CONDUCTOR Y SU DESAHOGO
En sus llamadas al centro 24 horas, el conductor no alude en ningún momento a un fallo mecánico o similar, sino que se atribuye la responsabilidad con la elocuente frase «soy humano, soy humano». Con su larga experiencia y el conocimiento que tiene de la vía, se baraja que el fallo se debiera a un «exceso de confianza».
Una vez que Garzón bajó de la cabina y presenció el horror a su alrededor, conmocionado, volvió a hablar por teléfono (lo hizo con Adif y quizá con alguna otra persona), pero también se desahogó con varios policías, según informa ABC, a los que confesó que iba a 190. Las declaraciones de estos agentes se incorporarán con seguridad al atestado policial.
Los funcionarios de Policía Judicial investigan además la cuenta personal de «Facebook» del conductor.
El 8 de marzo del año pasado colgó la foto de un velocímetro a 200 km/h y a continuación escribió varios comentarios en respuesta a otros usuarios.
La Policía intenta determinar si esa foto la subió a la red mientras estaba en ruta (la hora no coincide con el trayecto del siniestro) para lo que solicitará su plan de trabajo a la compañía.
Es un dato aún no comprobado, que se incluirá en el atestado policial solo si es relevante para las pesquisas.
La polémica sobre la necesidad de balizas de velocidad en el tramo, reclamadas ahora por los maquinistas, sigue abierta.
Nadie cuestiona que ese elemento adicional de seguridad casi blindaría el tramo, pero fuentes de Adif replican que el maquinista tiene que ser responsable de lo que hace en cabina, como un conductor de autobús o un piloto de avión.
«Llenar la vía férrea de balizas de velocidad es una inversión carísima, e innecesaria si cada uno hace su trabajo; el que le corresponde y para el que está capacitado».