Deberá pagar una multa de 1,440 euros e indemnizar además a la víctima con otros 8.850 por daños morales
Al gerente de una asociación en Palma de Mallorca no se le ocurrió nada mejor que comprarse en el año 2009, a través de Internet, un bolígrafo espía dotado de una cámara de vídeo, e instalarlo disimuladamente en el baño que usaba su joven administrativa.
La mujer, que ya andaba algo ‘mosca’ con su actitud un tanto sospechosa descubrió un buen día, cuando estaba sentada en el inodoro, cómo parpadeaba una extraña lucecita roja, encontrándose con gran sorpresa y disgusto con el artilugio en un rincón.
CONECTADO AL ORDENADOR
Tras meterse en el despacho de su jefe aprovechando su ausencia, la empleada descubrió que el aparato estaba conectado al ordenador a través de un puerto USB.
Revisando las grabaciones se vio entonces en la pantalla haciendo sus necesidades, filmaciones que estaban repartidas en nueve tandas.
«NO ES LO QUE PARECE»
En el consiguiente juicio que siguió a la demanda interpuesta, el acusado negó en redondo sus aviesas intenciones, y afirmó que en realidad había puesto el dichoso bolígrafo porque le estaban robando, y quería saber si la ladrona era la mujer de la limpieza. No coló.
Ahora un juzgado de lo penal le ha condenado a un año de cárcel por un delito contra la intimidad, a pagar una multa de 1.440 euros y a indemnizar a la espiada con 8.850 euros por los daños morales causados.
No en balde la administrativa tuvo que pasarse medio año acudiendo al psicólogo por el trauma.