Al estilo de Mónaco, San Mario y la Ciudad del Vaticano o adoptando unilateralmente la moneda, como Montenegro y Kosovo

Usar el euro como moneda sería el menos malo de los desastres en la Cataluña independiente

La región perdería su control sobre la política monetaria

Usar el euro como moneda sería el menos malo de los desastres en la Cataluña independiente
Bolsa, mercados, euro, valores, dinero y prima de riesgo. ER

Bancos Centrales como la Reserva Federal o el propio BCE han demostrado su importancia para evitar las crisis de liquidez

El debate sobre las aspiraciones soberanistas de los líderes catalanes ha llegado de lleno al mundo económico. La última propuesta del presidente de la Generalitat, Artur Mas, pasa por mantener el euro como moneda oficial, ya sea como país miembro de la Unión Europea como desde fuera. La medida es perfectamente posible y viable y no sería la primera región en la que ocurre.

Los procesos de sustitución monetaria han tenido un recorrido importante durante el siglo XX, principalmente con la adopción del dólar en América Latina y de forma reciente con la adopción del euro por países soberanos ajenos a la Unión Europea.

Como subraya Javier G. Jorrín en ‘El Economista’ este 30 de septiembre de 2013, los analistas coinciden en que su aplicación sería menos perjudicial para el país que una salida total del euro, aunque desde el punto de vista económico genera muchos inconvenientes y pocos beneficios.

Podría ser la solución menos mala ante una hipotética salida de la región de la Unión Europea.

La sustitución monetaria consiste en la adopción de forma oficial de una divisa extranjera como depósito de valor, unidad de cuenta y medio de cambio, en un intento por conseguir una moneda más estable y para conseguir mayor vinculación comercial con la región emisora de la divisa.

Las posibilidades que podría manejar el país pasan por la firma de un acuerdo con los países de la Eurozona para emplear el euro como moneda nacional y con una pequeña capacidad de emisión de una pequeña cantidad de monedas (no de billetes) como actualmente realizan Mónaco, San Mario y la Ciudad del Vaticano o la adopción unilateral de la moneda, como son los casos de Montenegro y Kosovo.

Un obstáculo detrás de otro

Cualquiera de estas dos modalidades significa perder la capacidad de aplicar una política monetaria.

«Sería convertir a Cataluña en un país de segunda», explica Javier Flores, responsable del Servicio de análisis de Asinver, «ya que se pierde toda capacidad de decisión sobre los asuntos monetarios».

Tampoco podrían controlar la oferta monetaria, lo que dificultaría el control de la inflación. La región quedaría supeditada a las decisiones del Banco Central Europeo (BCE) sobre los tipos de interés, lo que obligaría a Cataluña a seguir el ritmo económico del resto de países de la eurozona, ya que cualquier desequilibrio no podría encontrar una solución en la política monetaria.

Esta situación se une a la «inestabilidad producidas por un problema comercial entre las dos regiones», recuerda Javier Santacruz, analista de Oro y Finanzas, lo que estaría provocado por la salida de Cataluña del mercado único que conforman los países de la Unión.

La existencia de aranceles podría perjudicar las exportaciones del país y ralentizar su economía, lo que generaría desequilibrios en el corto y medio plazo para el país. Tampoco podría ajustar su productividad por la vía de la divisa, por lo que el ajuste recaería en los salarios.

La existencia de mayores problemas al comercio exterior haría prácticamente imposible que la región mantuviese su ritmo económico actual, pero sí se vería inundada por la política monetaria del BCE. Esto puede generar escenarios que Cataluña necesite un contexto de política monetaria expansiva y se encuentre con tipos de interés elevados y viceversa.

Problemas para la banca

Cataluña también dejaría de tener un prestamista de última instancia, que ha mostrado ser tan importante en la última crisis económica. Bancos Centrales como la Reserva Federal o el propio BCE han demostrado su importancia para evitar las crisis de liquidez que se pueden generar en tiempos de crisis con su capacidad para imprimir billetes cuando sea necesario.

Las inyecciones monetarias de la entidad estadounidense, a través de sus tres programas de expansión cuantitativa (QE) o los préstamos masivos del BCE en sus dos operaciones de financiación a largo plazo a la banca (LTRO) consiguieron alejar el fantasma del credit crunch.

El problema podría agravarse en los casos en los que las dudas sobre la liquidez de las entidades alcanzasen a sus problemas de solvencia.

«Actualmente la banca catalana está sostenida por el Banco Central Europeo», advierte Javier Flores, pero en el caso de que Cataluña saliese de la eurozona, «¿sería capaz de rescatar a sus bancos?, porque España no ha sido capaz».

El Estado soberano que rechaza tener una política monetaria propia pierde también los beneficios de señoreaje: la diferencia entre el valor del dinero y el coste de producirlo.

En cualquier caso, la adopción del euro como moneda sería «la opción menos mala», ya que permitiría a Cataluña quedar unida a una divisa muy estable y favorecería una mayor integración con sus países vecinos.

La solidez del euro contribuiría a rebajar la prima de riesgo de la región, esto es, el sobrecoste aplicado a los préstamos o las emisiones que realizase.

Además, sus deudas se mantendrían denominadas en euros, con lo que su valor real no se vería aumentado.

 

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