OPINIÓN/ BAJO EL CHAPARRÓN

Page hipoteca el futuro del PSOE en la región al tiempo que se le acaba el discurso

Articula su discurso en torno a dos asuntos que no tienen calado entre la opinión pública

Page hipoteca el futuro del PSOE en la región al tiempo que se le acaba el discurso
Emiliano García-Page. PD.

Hay quien dice que tendrán dificultades hasta para llenar las listas sabiendo que los diputados sólo cobrarán dietas

Emiliano García-Page va camino de convertirse en el típico abuelo cebolleta. No por edad, cuenta sólo con 45 años, pero después de llevar la friolera de 26 veranos dedicado por entero a la cosa pública, viviendo del erario público, parece que se le agota el discurso. Al menos en Castilla-La Mancha donde se agarra a dos clavos que no arden tanto como él cree.

Dejando a un lado Toledo y los toledanos, con los que no ha cumplido el contrato suscrito a raíz de las últimas elecciones municipales, se ha volcado en una indefinición que tiene al PSOE tocado y a la espera de no se sabe muy bien qué. El caso Bárcenas le llegó como caído del cielo y en él se basa para asomarse a los medios de comunicación de la región, aunque dudo mucho que tenga el efecto deseado. Cada vez está más claro quién es quién en toda esta tragicomedia.

El segundo clavo al que se agarra Page es para él, quizás, el más doloroso porque sabe que no tiene marcha atrás en su crítica a pesar de que la práctica totalidad de la ciudadanía defiende la medida: la reducción del número de diputados. La memoria es muy frágil y pronto ha olvidado el que fuera vicepresidente con José Bono que el PSOE actuó en Castilla-La Mancha durante 28 años como si fuera su cortijo, haciendo y deshaciendo a su antojo y pasando olímpicamente de la oposición. Tampoco se acuerda, o minimiza a su conveniencia, la reforma de la Ley Electoral que promovió Barreda para que Castilla-La Mancha fuera por siempre socialista, aunque no quisieran los castellano-manchegos. «Se buscó el consenso, cosa distinta es que no se consiguiera», llegó a decir ayer en presencia de toda la Ejecutiva Federal del PSOE con Rubalcaba a la cabeza. Y se quedó tan pancho.

El PSOE sigue a la deriva y no es capaz de articular una oposición seria. Hay quien dice que tendrán dificultades hasta para llenar las listas sabiendo que los diputados sólo cobrarán dietas. No ha sabido marcar una línea de salida y romper con la terrible herencia que le dejó, con Page también como protagonista, José María Barreda. Las cosas serían bien distintas si se hubieran parado a reflexionar y hubieran pedido perdón. Es tan fácil como decir «no lo supimos hacer bien, nos equivocamos». Ahora estaríamos hablando de otro PSOE y de otro Page, sin duda.

 

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