Tribuna de papel / El primer vistazo del día a la prensa catalana y no catalana

‘La Vanguardia’ aboga por un pacto entre tibios y troyanos independentistas

Ni una línea en el diario de Godó para el enlace de los Lara-Brufau, bodorrio donde coincidieron Artur Mas y Mariano Rajoy

'La Vanguardia' aboga por un pacto entre tibios y troyanos independentistas
Prensa, internet y periodismo online de pago. PR

Y cuando ya creas que nada puede empeorar, espera a que llegue un socialista y verás

La revista de prensa la hace el siempre brillante Pablo Planas y la publica ‘Crónica Global’, el medio online  recién surgido en Cataluña para cubrir con sensatez y libertad  un hueco que necesitaba ser cubierto.

La pieza de este 28 de octubre de 2013, arranca subrayando que las víctimas de ETA y Lou Reed acaparan unas portadas previsibles, pero destaca un detalle curioso que afecta al diario del Conde de Godó.

Gran conmoción editorial. La Vanguardia ha propuesto un pacto entre tibios y troyanos, entre pirómanos y bomberos, mediante el cual los primeros podrían incendiar el bosque y los segundos apagarían el fuego tras un proceso de tira y afloja, gasolina versus agua, que en sustancia debería pasar por una reforma integral del Estado, unos retoques aquí de la Constitución y un reconocimiento de la singularidad singular de Cataluña por allá; vamos, lo que viene siendo la tercera vía.

Este domingo emergía hasta la portada del diario de Godó el periscopio editorial, una síntesis espiritual cuya premisa es un canto a la moderación, un rediseño integral de la arquitectura legal del Estado, pero de buen rollo.

El editorial sostiene que:

«Mientras la corriente favorable a las reformas se va ampliando -desde un Partido Popular de Cataluña que aboga por una revisión a fondo del sistema de financiación hasta los sectores socialistas que apuestan, ahora sí, por la superación del desdichado café para todos-, la gama de propuestas es cada vez más amplia. Mecanismos de control objetivo de la solidaridad, federalismo asimétrico, reconocimiento de la singularidad de Cataluña, consulta catalana en el marco de la Constitución, revisión de la Constitución… Estas ideas hoy comienzan a aparecer en los medios de comunicación españoles. Hace cinco años, parecía imposible. ¿Quién ha dicho que nada se mueve? ¿Quién sostiene que el diálogo es imposible?».

Toda esa parrafada para concluir con otra parrafada:

«Si se confirmase un clima de renovada y sistemática hostilidad del centro político español hacia las posiciones moderadas, la deliberación del asunto catalán adquiriría la máxima urgencia en las instancias europeas. Entretanto, son muchos los catalanes, muchos más de los que pueda parecer, que insistirán y perseverarán en la vía de diálogo que en este momento parece levantar tantas reticencias. Señal inequívoca de que es la buena vía».

En resumen, que sí a la reforma de la Constitución, que sí al pacto fiscal, que sí a votar la independencia y que sí a que la suma antológica de todas las sensibilidades pretéritas, presentes y futuras alumbre una fórmula magistral que complazca a todo el mundo.

La coherencia editorial no es un carencia de La Vanguardia, sino el rasgo del que prescinden todos los periódicos puestos a leer la realidad e interpretar los hechos.

Los editorialistas, ya sean inquietos, inquisitivos, templados o enérgicos, teclean las palabras plenamente convencidos de que la siguiente frase puede provocar una grieta en el Kremlin.

Es imposible de otro modo entender la florida prosa, el barroquismo conceptual, la lógica de unos argumentos que se balancean entre la revelación divina y la fuerza de la gravedad, entre el porque sí y ¿por qué no?.

Que los editoriales sean lo menos leído de los periódicos facilita pasar del España nos roba a Escolta Espanya sin descomponer la figura, con la verbosidad vacía tan característica de los entrenadores argentinos y con la única responsabilidad derivada de un texto amparado en el anonimato, que es más bien poca.

Una de las más afamadas firmas de La Vanguardia reivindica hoy el editorial de ayer. Se trata de Antoni Puigverd, que titula: «La hora de los moderados».

Texto de referencia para comprender las honduras del asunto y las bondades de la propuesta. Dice Puigverd:

«En un célebre editorial que compartieron los demás diarios catalanes, La Vanguardia alertaba de que la dignidad de Cataluña quedaría herida si el TC restringía las aspiraciones catalanas incoporadas a un Estatuto que había pasado la criba de las Cortes y contaba con el aval de un referéndum».

Como quien no quiere la cosa, se nos revela que, en realidad, aquel editorial conjunto no fue la triste evidencia de la imposición del pensamiento único en Cataluña sino la expresión del liderazgo intelectual del periódico de Godó.

Sea como fuere, el editorial del domingo en La Vanguardia ha causado un revuelo inusitado en el panorama político, pues no sólo apela a Rajoy, sino también a Mas (gran escándalo en Can Forcadell y Can Casals), quien en menos de 24 horas habría asimilado la pócima moderada y seguido las instrucciones del diario.

Queda clarísimo en el título principal de su portada de hoy: «Mas llama a recuperar el diálogo y aparcar la bronca».

Asunto resuelto, círculo cerrado y ahora que mueva ficha el Gobierno de «Madrit», el de la «hostilidad hacia las posiciones moderadas».

Tanta intensidad ha tenido el fin de semana en La Vanguardia que su director, José Antich, ha tenido que cubrir el flanco del balompié el domingo y el de la manifestación de las víctimas hoy lunes en sendas cartas. En la de hoy se afirma que «las víctimas tienen sus razones, muy poderosas y comprensibles, pero no tienen la razón».

Todo el mundo es bueno y Zapatero en su cuarto forrado de leopardo dorado asiste complacido al triunfo de sus tesis, las mismas de aquella ERC del «hablando se entiende la gente» que suavizaba los rigores de la conllevancia mientras se establecían pactos como el del Tinell.

En El País también son partidarios de este «moderantismo». De hecho, en el diario de Prisa ya publicaron un editorial parecido el pasado miércoles («Marginar al moderado») en el que se alertaba de los desaires a Duran y al plan federal del PSOE.

Lo mejor del género editorial es que es infalible siempre que no se diga casi nada, se contente a casi todo el mundo y se aparente contención en las formas y contudencia en el fondo.

A día de hoy y en el plano de lo que no es la metafísica, en El País firma una crónica Miquel Noguer que arranca desde el titular principal de portada. «Mas pierde apoyos en pleno pulso soberanista», una crónica de la soledad del president y su fiel escudero, Sancho Homs o Quico Panza, al que se tacha en el texto de «ideólogo» de cabecera del proceso.

La información, valga decirlo, avalaría la conveniencia del editorial vanguardista de acogerse a parlamento, al menos para Mas.

Muy significativa resulta también la colaboración de Antonio Elorza sobre la cuestión catalana, una apuesta por la solución federal razonada sobre consideraciones como la siguiente:

«Los catalanes dispuestos a mantener la integración en el Estado español hasta hace poco mayoritarios, y, aún hoy, privados de voz en el espacio público, sobre un 40%, no cuentan, y tampoco lo que para ellos y la propia nación catalana supondría la puesta en práctica de la versión esencialista de la catalanidad, cuyos rasgos excluyentes quedan claros en la propaganda oficial».

El País, junto a El Punt Avui y el Ara son los dos únicos periódicos que se desmarcan hoy de la foto de la manifestación de las víctimas. En el caso del diario madrileño, la crónica al respecto de Carlos E. Cué se titula:

«Las dos derechas se cruzan en una protesta de víctimas con abucheos al PP».

El fallecimiento de Lou Reed facilita la operación de camuflaje de la manifestación y es el recurso gráfico de los tres periódicos citados para ahorrarse el trance de las víctimas. Eso no quiere decir que no aborden el tema en portada.

En el caso del Ara es el titular principal: «Las víctimas se revuelven contra el PP». En El Punt Avui matizan en un titular menor:

«Críticas al Tribunal de Estrasburgo y abucheos al PP».

El Mundo, ABC y La Razón van por el lado salvaje del periodismo y en lugar de seleccionar una fotografía del insigne cantante norteamericano se vuelcan con lo de las víctimas.

Decenas de miles y bronca para el PP es el resumen que los columnistas aderezan con interioridades sobre las cesiones del Gobierno, los pactos del pasado y las hojas de ruta del presente en materia de ETA. Destaca en El Mundo una entrevista con Iñigo Urkullu a cargo de Esther Esteban titulada: «Hay derechos que asisten a los presos, por mucho que esto duela a las víctimas».

Tal vez sobraba la patada en la boca, y más en un contexto en el que los abucheos al PP son poco más que la aceptación crítica de lo inevitable.

Federico Jiménez Losantos, en un artículo titulado: «La jofaina de pilatos»; escribe:

«Si Rubalcaba hubiera dicho lo que ayer Fernández Díaz, o si ZP, tras decir que ‘está lloviendo mucho’, hubiera hecho lo que está haciendo Rajoy, las víctimas hubieran puesto el grito en el cielo. Ayer, cuando uno gritó ‘¡Rajoy, traidor!’, Ángeles Pedraza lo calló y le pidió respeto. No sé si para Pilatos o para la jofaina, vulgo palangana, de tantas claudicaciones».

Descontando el escarnio y en vísperas de excarcelaciones masivas, en La Razón alertan de la reaparición de Josu Ternera y de que la derogación de la doctrina Parot no conlleva el desarme que prevé Urkullu en esta legislatura. Firma la crónica Jesús María Zuloaga.

El espionaje mundial de Obama es otro de los ingredientes de los diarios. Singularmente no afecta a Cataluña -aquí, el hecho diferencial es el espionaje de centro de mesa y método tres-, de modo que la prensa del país le presta menos relevancia que la de la metrópoli, donde la agencia americana instaló una oficina.

En cierto modo es como el relativo interés suscitado en Cataluña por la boda de un hijo de Lara y una hija de Brufau el de Indra. O sea, entre poco y de compromiso, una nota al margen de un gol del chileno Sánchez al portero López.

En La Vanguardia, por ejemplo, ni una línea, ni siquiera para decir que abuchearon a Rajoy a la entrada de Santa Maria del Mar. ¿Cómo? Rajoy en el Borne, a dos pasos del Fossar, no es posible. Pues el sábado, el del clásico, se celebró una boda de esas en las que ahorras tiempo diciendo quien no fue.

No fueron ni Zapatero ni Sonsoles, ni Rubalcaba tampoco. Ni Martínez Sistach, puesto que el enlace lo ofició el cardenal Cañizares. Estuvieron todos los demás, Montilla y Pujol, Mas y Rajoy, Piqué y Duran, según el extenso relato de La Razón, el diario del padre del novio.

En el ámbito de lo cotidiano, en Abc se recuerda en páginas interiores que «Jordi Pujol hijo acumula 31 millones de euros en cuatro empresas con un solo empleado».

Firma la información Javier Chicote, pero entre una cosa y otra ni siquiera aparece en la portada. En su artículo de los lunes, María Jesús Cañizares alude a la crónica de sociedad al revelarnos lo amigas que eran antes Llanos de Luna y Joana Ortega y lo tirantes que deben estar las cosas entre ellas ahora, ya que la segunda, vicepresidenta de la Generalidad, pide la dimisión de la primera, delegada del Gobierno, por pretender que se cumpla la ley, aquí, en el Triángulo de las Bermudas de la legalidad, donde se jalea a la consejera Rigau cada vez que dice eso de a mí plín, ni acato, ni cumplo.

En El Mundo abren la sección de Cataluña con una entrevista a cargo de Víctor Mondelo en la que Alberto Fernández Díaz, el líder municipal del PP en Barcelona, afirma que:

«No volveremos a pactar unos presupuestos con Xavier Trias».

También sostiene que con los últimos casos de censura protagonizados por el alcalde se va camino de conseguir que Barcelona renuncie a su identidad para sumirse «en una visión de la identidad catalana que no tiene nada que ver con el espíritu cosmopolita barcelonés».

Salvador Sostres, por su parte, comenta el encuentro del viernes entre Rubalcaba y Mas en los siguientes términos:

«Y cuando ya creas que nada puede empeorar, espera a que llegue un socialista y verás».

No es ese el tono que reivindica la última fatua del moderantismo.

Otra entrevista, esta sí adaptada a los nuevos aires, es la de El Punt Avui con Joaquim Gay de Montellà, quien aboga por el pacto fiscal y aquí no ha pasado nada.

El Periódico de Catalunya, por su parte, actualiza otro género editorial, el de las encuestas. El aldabonazo pretende tener un impacto similar al del editorial de La Vanguardia, pero por la vía de lo que puede pasar como sigamos por ahí.

«El auge independentista da alas a ERC y Ciudadanos», titula en la portada. En la encuesta, grosso modo, la cosa es: ERC, 36/38 escaños; CiU, 31/32; Ciudadanos, 16/18; ICV-EUiA, 14/15; PSC, 14/16; PPC, 13/14; CUP, 5/6. La credibilidad del sondeo viene avalada por el GESOP. ¿Que qué?

El Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública, nada más y nada menos. El GESOP, la misma palabra lo dice. Haces un google y te sale «especialistas en la elaboración de proyectos adhoc en el ámbito de la Investigación Social y de Mercado». Pues eso, ¡modérense cuates, no sean pendejos!

 

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