Ávila ha abierto la caja de los truenos y todo lo que suena a Ayuntamiento levanta las sospechas en Cuenca
A Juan Ávila, alcalde de Cuenca, se le está haciendo la legislatura muy larga, larguísima. Acostumbrado a ocupar cargos políticos durante toda su vida sin apenas relevancia es la primera vez que tiene que gestionar una institución y, para desgracia de los conquenses, no ha estado nada acertado en las pocas decisiones que ha tenido que tomar.
Un amigo conquense me comentaba hace poco que da la sensación de que el alcalde, lejos de tener una hoja de ruta marcada, actúa a base de corazonadas, de impulsos. Tiene una ocurrencia y la suelta sin pensar en las consecuencias que ésta pueda llegar a tener. Lo hizo con el «tablao» de madera que instaló en la vía principal de la capital conquense y por la que le llovieron – le llueven – un aluvión de críticas; cambió la gestión del agua a pesar de haber abanderado junto al PSOE una campaña brutal en contra de la privatización; subió los impuestos incapaz de encontrar otro modo de financiación; quiso que fueran los propios trabajadores del Ayuntamiento los que decidieran entre bajarse el sueldo o mandar a la calle a los interinos; ahora le da por reponer las alcantarillas rotas por otras de madera (han leído bien)….
Sin embargo, hasta ahora, las críticas oficiales a su polémica gestión se canalizaban desde el Partido Popular (con un paréntesis a la movilización de los funcionarios del propio Ayuntamiento), algo que entra dentro de la normalidad democrática que vive una pequeña capital de provincia.
Y digo hasta ahora porque por primera vez que se recuerde, una de las más importantes organizaciones de Cuenca ha alzado también su voz para criticar abiertamente la gestión del alcalde socialista. Se trata de CEOE-Cepyme que ha calificado de «inaceptable» la subida del Impuesto de Actividades Económicas (IAE) anunciada por el Ayuntamiento y «que será de hasta un 30% para las empresas conquenses situadas en el centro de ciudad», en el epicentro del «tablao», lo que consideran que puede tener unas «consecuencias nefastas» para la ya de por sí maltrecha situación del comercio tradicional.
La confederación de empresarios considera que incrementar de esta forma la presión fiscal sobre las empresas que mantienen su actividad económica en la ciudad a pesar de las dificultades que les ocasiona la crisis «sólo servirá para destruir empleo y obligar a cerrar sus puertas a algunas de las que peor lo están pasando. En este sentido la organización empresarial también advierte del riesgo de que se cree un efecto de salida de empresas del centro e incluso de la propia ciudad».
La organización empresarial cree que el plan de ajuste del Ayuntamiento «debería pasar por ajustar el gasto corriente y no por aumentar la presión fiscal a las empresas que ya han hecho demasiados sacrificios y ajustes para mantener su actividad, asumiendo en poco tiempo otra subida de este impuesto y de otros como el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI)».
Ávila ha abierto la caja de los truenos y todo lo que suena a Ayuntamiento levanta las sospechas en Cuenca. Por el momento, sólo nos queda esperar y ver qué nueva ocurrencia suelta…
