… en democracia, ¿puede haber algún tipo de consulta (o acción política) que no sea legal?, ¿acaso no es defender lo obvio: que nadie puede estar por encima de la ley por mucho que ésta le moleste?…
A pesar del voluntarismo periodístico demostrado por la edición digital de El País en la que destacan que Navarro “ha logrado un respaldo mayoritario de la militancia socialista a su estrategia de descolgarse de la hoja de ruta del referéndum de autodeterminación”, cabría preguntarse, ¿realmente ha cambiado algo en el PSC?
Imagino que los medios de comunicación cercanos al socialismo español están necesitados de noticias que les sirvan para paliar la sangría de votos que está sufriendo un PSOE tremendamente desnortado, noticias como la “desnacionalización” de los socialistas catalanes, como la (supuesta) ruptura del “consenso” respecto al “derechos a decidir”.
Antes de continuar me gustaría constatar una cuestión, no creo en esta cultura icónica o simbólica que reduce conceptos complejos a explicaciones sencillas, que limita la pluralidad de una realidad necesariamente poliédrica y la convierte en una especie de cultura de la apariencia, de las respuestas fáciles irracionalmente adquiridas, de la imagen y de la imagen proyectada.
Sin embargo este iconismo posmoderno puede darnos pistas respecto a la veracidad de la metamorfosis del PSC o bien podemos destapar ese voluntarismo del que hablaba un poco más arriba.
Pues bien, ¿no resulta contradictorio que un PSC no nacionalista necesite presentar su Consejo como un consejo Nacional?, ¿no resulta tremendamente contradictorio que un partido que representa el socialismo español en Cataluña esconda la bandera española?, ¿no forma parte de ese seguidismo acomplejado reducir los símbolos y las banderas solo a la catalana y la europea?, ¿acaso esta forma de actuar no responde a esa cosmovisión inculcada por el nacionalismo que da la espalda a una realidad llamada España?
Más allá de este complejo identitario y el embrollo ideológico en el que están inmersos los socialistas catalanes, cabría destacar que el aparente distanciamiento de las tesis nacionalistas y el “derecho a decidir” es básicamente eso, apariencia, básicamente porque el PSC sigue apoyando la necesidad de una consulta al “pueblo catalán”, pero una consulta “legal”.
Pero, en democracia, ¿puede haber algún tipo de consulta (o acción política) que no sea legal?, ¿acaso no es defender lo obvio: que nadie puede estar por encima de la ley por mucho que ésta le moleste?, ¿acaso apostar por una consulta (por muy legal que sea) del pueblo catalán no está legitimando las tesis del nacionalismo: existe un pueblo catalán que representa la nación catalana y, por tanto, debería constituirse en Estado?
Dos consideraciones más respecto a la “consulta legal”: si apuestas por una consulta legal, ¿por qué no defiendes la ley?, ¿por qué no defiendes lo que expresa la Constitución, que la soberanía reside en el pueblo español?, ¿por qué te escudas tras eufemismos y atajos políticos que esconden un rechazo a las normas de convivencia y las reglas que todos hemos de cumplir y acatar?
La respuesta es que la dirección del PSC sigue anclada en el tacticismo político que tanto daño ha hecho –y está haciendo- a nuestro país, sigue prefiriendo camuflarse de (casi o totalmente) nacionalista aunque esto sea acosta de cuestionar nuestra Ley Fundamental, aunque sea acosta de fracturar la sociedad catalana y tensionar la política española.
Imagino que el escenario que esperan los estrategas del PSC es similar al elaborado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con el Estatuto de Cataluña de 2006: pedir un referéndum para quedar bien en el “consenso catalán”, esperar que el Constitucional prohíba dicha consulta (por ilegal) y retroalimentar el victimismo jurídico (y de muchos otros ámbitos) del que se nutre el nacionalismo, todo ello para ganar puntos en el Sistema mediático nacionalista y arañar un puñado de votos.