… ¿le supondrá una carga sicológica comprobar que la pesada y compleja cotidianeidad es incompatible con un proyecto a todas luces reduccionista (tanto cultural como políticamente)? … ¿necesitará crearse una especie de personalidad política múltiple con la que esconder la incapacidad propia?, ¿o será otra campaña de márquetin mediático que parte de la premisa de que la ciudadanía es tremendamente incapaz (o simplemente idiota)?…
Como es evidente, el título de este artículo se inspira en la obra de la hagiógrafa oficial del President, Pilar Rahola, opúsculo titulado La máscara del rey Arturo, sin embargo, con esta reflexión no me propongo hacer un recorrido vital del personaje, ni siquiera de su trayectoria política, no me detendré en la rápida conversión de líder nacionalista “moderado” (¿de veras hubo alguna vez algún tipo de moderación que no fuera meramente instrumental?), de “estadista” negociador de última hora de estatutos solo parcialmente constitucionales a activista del independentismo más rancio.
Tampoco entraré en algo que daría para más de un artículo, ¿realmente el mejor cuadro de partido de Convergència es Artur Mas?, ¿acaso el espíritu meritocrático y de selección de los mejores gobernantes que se le supone a los partidos es solo es, suposición?, en fin, la cuestión es que un cargo institucional como el de Presidente de la Generalitat que debería representar a toda la sociedad catalana está en manos de alguien dedicado en cuerpo y alma en un proceso soberanista de solo una parte de la ciudadanía, y no solo eso, sino que en la búsqueda de una especie de santo grial legitimador aparece un preocupante síntoma en el nacionalismo: ¿acaso saben qué es Cataluña más allá de la verborrea místico-historicista?
Artur Mas en su obsesión por internacionalizar ¿el conflicto? (imagino que por conflicto se referirá al provocado y gestionado por él, el de fracturar la sociedad catalana), no solo se han atrevido a hacer absurdos paralelismos entre Cataluña, California, Massachusetts, Holanda, Letonia, Kosovo…sino que el President, quizás empachado de las alabanzas de su corte de aduladores, se comporta como un personaje histórico, alguien que ya ha hecho historia, por ello compara al Movimiento independentista –y así mismo- con Martin Luther King o con la no violencia practicada por Mahtma Gandhi (cosas que no hacen más que aumentar el descrédito de Cataluña y del resto de España y sideralizar el ridículo universal).
Este es, a mi parecer, un síntoma muy preocupante, no únicamente por hacer paralelismos históricos e ideológicos entre cosas incomparables, sino porque un movimiento político profundamente ideologizado como es el nacionalista que parte de premisas fuertemente identetitarias, de segmentaciones sociales en función de la cercanía a dichas premisas, esté buscando obsesivamente referentes que nada tienen que ver con la Cataluña actual y, mucho menos, con los catalanes de nuestra contemporaneidad.
Pero ¿por qué este comportamiento huidizo del líder nacionalista?, ¿le supondrá una carga sicológica comprobar que la pesada y compleja cotidianeidad es incompatible con un proyecto a todas luces reduccionista (tanto cultural como políticamente)?, ¿necesitará huir de sí mismo?, ¿necesitará crearse una especie de personalidad política múltiple con la que esconder la incapacidad propia?, ¿ o será otra campaña de márquetin mediático que parte de la premisa de que la ciudadanía es tremendamente incapaz (o simplemente idiota)?.