Alfons Quintá: "El 'Cielo' infernal de Artur Mas"

Artur Mas quiere un «choque de trenes» pero cuando se acerca intenta retrasarlo

El presidente de la Generalitat y líder de CiU sabe que sólo le queda un discurso de ruptura, beneficioso para ERC

Artur Mas quiere un "choque de trenes" pero cuando se acerca intenta retrasarlo
Artur Mas ovacionado por los suyos. CU

Deliberada, innecesaria y maliciosamente, Mas ha concebido e impuesto una política de enfrentamiento constante y, por lo tanto, de destrucción social

El artículo es de Alfons Quintá y aparece este 27 de enero de 2014 en ‘Crónica Global’, el online barcelonés que cuenta lo que nadie dice en Cataluña.

Por su notable interés para el debate y para entender lo que esta pasando en esa parte de España, reproducimos «El ‘Cielo’ infernal de Mas»:

Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) describe una escena que ahora recuerdo a menudo, para poder entender mejor la responsabilidad personal de Artur Mas en la actual destrucción de Cataluña, guardando todas las distancias.

El admirable dominicano narró cómo un pobre miembro de una nación originaria americana era torturado y preparado para ser cruelmente matado.

Describe cómo se le acercó un monje que le quiso consolar, diciéndole:

«Piensa en que has sido bautizado y no has hecho nada malo. Por lo tanto, pronto estarás en el Cielo».

Rehusar el pretendido cielo de Mas

La pobre víctima le preguntó al monje: «¿El Cielo no es el lugar adonde también van los que me van a matar?».

El monje le dijo que sí, a lo que el pobre indígena le respondió:

«Si es así, yo no quiero ir al Cielo».

La transposición es fácil. Si el Cielo de la independencia es donde han de estar Mas, o Junqueras, además mandando, tiene que ser preferible el Infierno. En todo caso, quizás valdría la pena que todo el mundo se planteara el problema.

Un infierno independentista

En efecto, un mundo dominado por la política concreta y dominante en los últimos años no sería ningún cielo, sino un gran infierno.

Deliberada, innecesaria y maliciosamente, Mas ha concebido e impuesto una política de enfrentamiento constante y, por lo tanto, de destrucción social.

En especial, lo ha estado haciendo a partir del 25 de noviembre del 2012, con la intención señera de evitar que se le viera como lo que es: un político fracasado. Le aconteció precisamente con las elecciones de aquel día.

Vladimir I. Lenin y Artur Mas

Años antes, un miembro de la nobleza hereditaria zarista (de acuerdo con la ukase numero 4566 de 6 de noviembre de 1886) de nombre Vladimir I. Ulianov, más tarde conocido por Lenin, hizo una cosa comparable.

En efecto, en noviembre del 1917, Lenin ordenó disolver, por parte de soldados armados con fusiles con la bayoneta puesta, la Asamblea Constituyente recién elegida, en las primeras elecciones democráticas de Rusia.

Lo ordenó porque su partido había conseguido menos de un cuarto de los votos. Lenin había prometido el Cielo del comunismo con la misma alegría insolente que Mas ahora promete del Cielo de la independencia.

Ni Lenin en 1917 ni ahora Mas dieron ninguna precisión respecto a aquellos cínicos cielos. Todo iba y va de mera demagogia. En Rusia no se pudo votar libremente hasta el fin del comunismo, mientras que ya veríamos qué pasaría aquí con un Estado-nación catalán dominado por Artur Mas.

De hecho, es mejor ignorarlo, habida cuenta de las destrucciones ya logradas por Mas, como la de la comunicación social pública, la del sistema sanitario, la de la educación pública y de la cultura, así como la de la convivencia cívica Lo puedo argumentar a raudales. Mas ha pasado tantos rubicones como Lenin. Nadie serio puede pensar con barnizarlo, con comidas en la Ampurdán, o donde sea.

López de Lerma y el miedo de la Guerra Civil

La comisión de algunos de estos entuertos en la Cataluña actual fue muy expuesta, en un artículo en el Diari de Girona, por Josep López de Lerma, diputado por CDC en el Congreso de los Diputados durante 21 años, del que además fue vicepresidente durante nueve años.

Ahora ya no es de CDC. Al leerle se entiende por qué razón o razones ha dejado CDC.

«La sociedad catalana -escribió el ex vicepresidente, en aquel diario, el pasado 14 de diciembre- se encuentra más dividida y confrontada con ella misma desde los ‘preparativos’ de la Guerra Civil. El bien más preciado -un único y un pacífico y ejemplar pueblo- se lo han cargado. Hay bodas y hay celebraciones familiares en que se puede hablar de todo, menos de política. En esto hemos copiado el mal hacer de Euskadi, por culpa de ETA. Sacan pecho los independentistas y se esconden los muchos que no lo son, para no ser humillados».

Del falso y utópico Cielo al Infierno real

Efectivamente, Mas ha pasado de ofrecernos el pretendido Cielo de la mítica independencia a instaurar el Infierno muy real de la confrontación en el seno de las propias familias.

Mas no ha obrado sin querer. Como tampoco fue involuntaria la disolución manu militari de la Asamblea Constituyente por Lenin. Fue un acto que tiene cierta similitud con otro de Mas: transferir el centro de gravedad de la política de un Parlamento autonómico legítimo y elegido, a una Assemblea dicha Nacional Catalana donde, con la colaboración de un montón de sus miembros, se podría escribir la triste historia del terrorismo independentista y marxista-leninista catalán.

Se podría completar con un viaje a Perpiñán, a hablar con Jordi Vera, presidente allí de CDC.

Soñar con «la puta y la Ramoneta»

Creo haber descrito suficientes veces el proceso engañoso concebido y seguido por Mas para hacer tragar la píldora secesionista como para poder reafirmar que lo ha impuesto, frente a la sorpresa y la incredibilidad de Madrit.

Rajoy, Rubalcaba y la inmensa mayoría de políticos españoles se creyeron que estaban ante una nueva filigrana de la tradicional actitud de «la puta y la Ramoneta» que tanto caracterizó a Jordi Pujol. Por parte de Mas, nunca fue así.

Pujol es un viejo cacique o jefe de clan familiar que siempre supo sacar mucho provecho del Gobierno central. Josep Tarradellas me explicó mil veces, en privado, que una pieza clave de su juego fue hacer al hermano del ministro Rodolfo Martín Villa, Miguel Ángel Martín Villa, consejero del Banco de Alicante, del grupo de Banca Catalana.

El cattocomunismo de Pujol

Siempre por parte de Pujol, también fue clave el saber hacer pinza con el PSUC, en contra del PSC, y antes contra el MSC (Movimiento Socialista de Cataluña). Pujol fue la encarnación más viva de lo que en Italia recibió el nombre (todavía muy definido en Internet) de cattocomunismo.

Su mejor practicante fue el siniestro Giulio Andreotti. Sé un poco o bastante. Entre otras cosas, asistí al segundo proceso a Andreotti, en Palermo, por presunta asociación con Cosa Nostra. Fue absuelto, si bien por prescripción.

Mas no es mejor persona que Pujol, sino más torpe, más primitivo, más alocado y más insensible, que ya es decir. Concibió que le interesaba un «choque de trenes» y lo está llevando a cabo.

Pero, al ver que este se acerca, ve que él puede ser la principal víctima, mientras se beneficia. Sabe que no puede cambiar, ni siquiera modificar un poco, el rumbo hacia la ruptura.

Sabe que el poder fáctico de ERC es superior al de CDC, sobre todo en el mundo oscuro de la Assemblea Nacional Catalana. Ya se lo está encontrando.

Gran novedad: un mesías con un discurso ajeno

Está lanzado en una precampaña electoral. Quiere que sólo tienda a favorecer su mesiánica persona. Tarea pesada, dirían los puristas, porque está atrapado por un discurso que es más de ERC que de CDC y nada de UDC.

El primer referente importante de la metedura de Mas en terrenos complicados fue su ida Madrid a provocar deliberadamente a un Rajoy que no entendía nada. Más tarde, se produjo el encuentro de ambos en Gerona, por la inauguración de la estación del AVE.

Entonces, Mas no quiso ni escuchar la muy buena propuesta de Rajoy sobre el déficit fiscal (superarlo con una ley plurianual) ni sobre la reforma Wert, con una ley española que blindara la situación existente. Aquello fue seguido por auténticas locuras verbales por parte de Mas y del inefable Homs.

Clima de preguerra civil

Ahora las cosas son como Mas quiso irresponsablemente que fueran. Hay un clima preguerra civil, o previo a otro ridículo «6 de octubre», que lo impregna todo. Además, ERC se ha posicionado como la guardiana verbal del templo independentista.

Mas no quiere dar marcha atrás, ni podría. Iremos a unas elecciones anticipadas en las cuales ERC puede ganar (o estar muy cerca) y CDC será vista como la chapuza fallida que ya es.

Por todo ello, la reunión montada por un empresario en Fonteta, en la comarca gerundense de Les Gavarres, no tuvo el más mínimo interés, excepto constatar la tradicional frivolidad de una parte de la burguesía catalana.

Les entusiasma aparecer en fotos, sin tener en cuenta que estamos en momentos serios y muy graves.

Desgraciadamente, no es tiempo de comer croquetas, ni de frases de culo de café literario, con apariencias taumatúrgicas. Fue como una cereza caramelizada sobre un pastel muy salado. Es decir, nada.

Un asistente a aquella comida me dice:

«Todo fue muy forzado y sin ningún interés. No es hora de tirar cohetes para hacer ver no se sabe qué. Mas prácticamente no abrió la boca, mientras hubo una carencia de transversalidad espectacular. Los suquets que organizaba Pere Portabella eran más interesantes, a pesar de que entonces estábamos en tiempos menos angustiosos».

Un aventurero sin cabeza ni corazón

Tendrían que entender que todas las cosas tienen su tiempo. Hoy ya está claro que Mas es un aventurero sin cabeza ni corazón. Sería magnífico que no lo fuera. Pero lo es.

A Mas le va bien que reaparezca una ridícula y delirante piel de cordero. Todavía puede lograr que algún bobo le tome por un «buen chico«. No lo es. Ni ha sido un buen presidente autonómico. Sólo piensa en mantener su poltrona.

Parafraseando a López de Lerma, tenemos que volver a ser un pueblo pacífico y ejemplar. No será fácil.

Antes habrá que admitir, y después resolver, que el modelo democrático español y también el catalán no han sido buenos ni útiles respecto a crear buenos líderes políticos.

Nuestros jefes de clanes son todavía peores que lo fue Jordi Pujol. Deberíamos sentir mucha vergüenza, aunque sin ignorar lo que se ha vuelto evidente: que Mas tiene que desaparecer del panorama. Es demasiado responsable de todos los disparates.

 

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