Oye, y el Artur ese no será en el fondo una de esas células durmientes que por lo que sea se ha olvidado el turbante al despertarse y todos los días a piñón fijo, como si fuera un niño pijo, está con el tralará ese de «quiero la independencia, quiero la independencia, quiero la independencia».
«Hoy no arturín, hoy no arturín, que no se puede, que no se puede. Anda duerme, duerme, que mañana hay Parlamento».
No sé, igual es la distancia, que y estoy en La Coruña, casi a mil kilómetros, aunque mil kilómetros, la verdad, ante iluminados como Artur me parecen poquísimos; pero no tendrá Artur otras cosas en qué preocuparse… no sé bagatelas como la gente que pierde el trabajo, otros la casa, niños que comen mal y no rinden en el cole… cosas así, que ya sé que no son importantes, pero bueno, para entretenerse, digo.
Claro que bien pensado igual Artur tiene razón, que tiene todo el derecho a independizarse; y entonces pues bien, que se independice, que haga lo que quiera, y cuando ya lo tenga todo organizado, pero bien organizado, pues el resto de España hacemos un referendo y nos anexionamos a Cataluña.
¿Y por qué no? ¿o es que no tenemos nosotros también el mismo derechos a decidir? ¿o es que solo va a ser solo Artur ahora el único que desvaría? Bo.
