Según informa José Luis López en Mundo Deportivo se trata, lo acontecido en el Madrigal, de un atentado premeditado y con la idea de generar el caos. Así se califica lo sucedido en el partido del sábado entre Villarreal y Celta.
Fuentes de la investigación aseguran que el lanzamiento de gas lacrimógeno no fue una acción fortuita y que el que la realizó no accedió desde fuera sino que estaba dentro del estadio desde el inicio del partido. En un principio se dio como factible la hipótesis de que el agresor pudo haber accedido desde la calle, con la idea clara de lanzar el bote de gas y huir tras hacerlo. Lo habría hecho aprovechando que el protocolo obliga a desarmar los tornos de las puertas para facilitar la salida de los espectadores, lo que se hace a diez minutos del final del partido. Pero tras el repaso a los vídeos de seguridad y con la declaración de los miembros de seguridad de las puertas, se da como seguro que el individuo no accedió al campo en los últimos minutos.
Estaba en el estadio y se desplazó a la parte alta del fondo sur, desde donde lanzó el artefacto. Lo hizo desde las escaleras de uno de los vomitorios de salida, con la mano y no con una lanzadera, como se especuló. El individuo no llevaba pasamontañas aunque el problema es que las imágenes de vídeo no son tan nítidas como para poder identificarle. Tras quitar lanzar el bote de gas, echó a correr sin esperar a ver el efecto de su acción.
Respecto a la huída, se baraja la idea de que salió por la puerta diez del fondo sur de El Madrigal. Aprovechó que había algunos hinchas que ya estaban desalojando el estadio y se camufló como uno más.
El Villarreal confirmó que no hubo ningún herido grave. En el centro médico que se instaló en el estadio se atendió a once aficionados por inhalación del gas y por golpes. Otros cuatro fueron derivados a centro ambulatorios, entre ellos una sobrina del jugador Javier Farinós, que sufrió una luxación en el hombro según la información que maneja Mundo Deportivo.
