Simpático el chaval este, el Jordi Pujol Ferrusola, que tiene entre otros coches un Porsche, un Jaguar, un Ferrari y un Lotus, que me recuerda a aquellos paletos que tras hacer las américas llegaban a su pueblo y compraban el coche más grande que «haiga».
Aunque es probable, o al menos se intuye o se sospecha, que con uno ya era suficiente, y que el resto está como en una especie de nebulosa ilegal y será el juez quien determine esa afición del chico.
A mí esto de los coches sinceramente no me sorprende, porque se empieza por un coche y a ver en qué se termina, ni tampoco que en vez de invertir en Cataluña pues lo haga en México o Argentina, donde como todo el mundo sabe la mitad de la población es catalana y entre asado ya asado se baila la sardana.
Y hace bien el chaval este que invierta allí porque de esta forma sigue al pie de la letra la ideología del clan familiar, con total independencia de Cataluña, y es que cuando se es independiente se es en todo, y hay quien lo lleva a casos extremos, incluso independiente de quien te da de comer.