La presidenta de Andalucía se aparta de la carrera por relevar a Rubalcaba

La andaluza Susana Díaz no optará a la secretaría general del PSOE

La lideresa siempre ha abominado de un sistema, el de primarias, en el que no cree

La andaluza Susana Díaz no optará a la secretaría general del PSOE
Susana Díaz. EP

Madina tiene intención de competir y los 10.000 avales casi seguro y Pedro Sánchez puede conseguirlos

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha decidido no optar a la Secretaría General del PSOE en el Congreso que el próximo mes de julio de 2014 elegirá al relevo de Alfredo Pérez Rubalcaba.Díaz cree que puede servir más al partido desde su puesto en Andalucía que optando a una secretaría general que ahora se queda con Eduardo Madina como único candidato claro.

Desde que Alfredo Pérez Rubalcaba anunció el lunes 26 de mayo la decisión de dimitir en diferido y convocar un congreso federal extraordinario del PSOE, Susana Díaz no ha parado de escuchar de sus compañeros, a todos los niveles, los pros y contras de aspirar al cargo de secretaria general del partido.

Dirigentes del partido en Andalucía habían asegurado que Díaz se presentaría si había una «unidad inequívoca» en el seno de los socialistas y que en ningún caso entraría en una «competición».

Antes de que se anunciase la decisión, la opinión muy mayoritaria en la federación andaluza -en el Gobierno, en la ejecutiva y en las direcciones provinciales- era contraria a que diese el salto, frente a la manifestada por los barones territoriales del PSOE y de otras esferas sociales y económicas a favor de que lo diera.

 

LAS RAZONES DE UNA DECISIÓN SORPRENDENTE

Dos son los elementos que han pesado en su decisión: la dificultad de compatibilizar la Presidencia de la Junta Andaluza con un cargo, el de secretario general del PSOE, que se requiere «a tiempo completo» en Madrid, y la propia incertidumbre de la operación de desembarco.

Ella siempre tuvo muchas dudas de una operación y, como medida de precaución dijo que sólo lo haría si era llamada por el partido en el peor momento de su historia; es decir, mediante una especie de «aclamación» por los mil delegados en el congreso extraordinario de julio.

La estrategia se torció cuando Eduardo Madina exigió, y logró de la Dirección Federal, por expreso deseo de barones como el extremeño Guillermo Fernández Vara o el asturiano Javier Fernández, que se cambiara el sistema de elección.

Una votación previa al congreso, el 13 de julio entre los 200.000 militantes, elegirá al secretario general que luego ratificarán los delegados en el cónclave del 26 y 27 de julio.

Susana Díaz siempre ha abominado de un sistema, el de primarias, en el que no cree. Fue elegida por aclamación hace un año secretaria general del PSOE-A, después de apabullar a sus contrincantes, Luis Planas y el alcalde de Jun (Granada), al conseguir 22.800 avales de los 45.000 militantes que tiene el socialismo andaluz.

Eso y el mínimo de avales que implantó, 6.500, obligó a ambos a retirarse antes siquiera de competir. La presidenta andaluza sabía que en esta ocasión eso no era posible.

Madina tiene intención de competir y los 10.000 avales casi seguro y Pedro Sánchez puede conseguirlos. En esa circunstancia, su «desembarco andaluz» en Madrid era visto con mucho recelo por algunas federaciones, era una operación de algo riesgo para ella, que podía poner en peligro, incluso, el poder andaluz del PSOE.

De nada ha servido la operación de arropamiento capitaneada por el ex vicesecretario general José Blanco, Gaspar Zarrías, y en la que, de alguna manera también estaba implicado el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, Manuel Chaves, José Antonio Griñán o Felipe González.

Una operación en la que se implicaron a fondo nueve barones territoriales; todos menos los de Extremadura, Asturias, Cataluña y Castilla-La Mancha. Los nueve dijeron hace una semana que ella era la mejor candidata posible.

Desde entonces no han cesado, sin éxito, las presiones a Madina para que se sumara a una candidatura de «unidad» en torno a Díaz. La respuesta fue la que dio en público a los nueve barones: «Respeto mucho la opinión de los nueve y me gustará oír la de los 200.000 militantes» en la consulta del 13 de julio.

 

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