La Asamblea Nacional Catalana planea una Fuerza Naval con 2.000 hombres y capacidad para la guerra submarina

Los socios de Artur Mas diseñan una Marina para ‘hacer la guerra’ y entrar en la OTAN

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Un veterano marino de guerra ruso. IGOR ORSO

Tenemos a 20.000 niños que no pueden comer, estamos cerrando CAPs, no tenemos los chalecos que ya están aprobados y no llegan, y ahora pensamos en comprar fragatas

La Assemblea Nacional Catalana (ANC) ya trabaja en el diseño de un ejército para una hipotética Cataluña independiente. La sectorial de defensa de la entidad presidida por Carme Forcadell ha lanzado una serie de documentos en los que desarrolla cuáles son los pasos a seguir para construir unas fuerzas armadas catalanas.

El primero de los informes se titula «Dimensionamiento de las Fuerzas de Defensa de Cataluña I: la Fuerza Naval» y recoge con todo lujo de detalle -aunque a modo de «propuesta orientativa»- cómo debe ser la marina de guerra de la República catalana.

El documento cuenta con «los bienes inmuebles» que tiene el Ministerio de Defensa en Cataluña, que serían incautados en caso de secesión, pero «parte de 0 en lo que se refiere a material y personal«, aunque prevé alcanzar unos 2.000 efectivos militares y una cifra indeterminada de personal civil de apoyo logístico. Eso sí, no indica cuál sería el coste total de su creación y mantenimiento.

«La Academia Naval de Cataluña bien pronto»

«Formar promociones de tropa y marinería, así como oficiales de rangos básicos, puede ser relativamente sencillo de conseguir con los recursos adecuados. Ahora bien, cubrir determinadas especialidades, así como los oficiales del Estado mayor y de mandos más superiores requiere más tiempo. No se trata solo de superar una serie de cursos, sino también de adquirir la experiencia imprescindible en las tareas propias de cada rango y especialidad», advierte.

En una primera etapa, que no debería durar más de tres años, señala que «hay que poner en marcha la Academia Naval de Cataluña bien pronto», para «formar un núcleo de oficiales y suboficiales, tanto para generar el cuerpo de instructores como para también cubrir puestos operativos». Esto requerirá «llegar a un tipo de acuerdo con algún otro Estado», y apunta al Reino Unido como «el mejor candidato» tanto «por su proximidad como, sobre todo, por su experiencia».

Primera fase: «Control de nuestras aguas territoriales»

Debido a que no hay bases navales, al principio habrá que «improvisar con los recursos y personal disponible». «Muy probablemente, Mossos d’Esquadra así como policías locales y portuarias tendrán que sumar esfuerzos en algún organismo temporal de seguridad marítima», señalan.

Inicialmente proponen adquirir 3 ó 4 patrulleras de altura (de 1.450 Tm), 2 ó 3 patrulleras litorales (de entre 45 y 274 Tm), 4 ó 6 aeronaves no tripuladas (drones), 4 ó 6 embarcaciones no tripuladas, y un remolcador de altura. Todo esto -que busca «asegurar el control de nuestras aguas territoriales»- debería estar operativo en «unos diez años a partir de la independencia» y «rondará los 600 efectivos».

Segunda fase: control del Mediterráneo

En una segunda etapa, situada entre los diez y los quince años después de la independencia, el «marco estratético» se amplía al Mediterráneo. Para ello, será necesario ampliar la Fuerza Naval en 1.100 efectivos -hasta alcanzar los 1.700- y participar en operativos internacionales militares como los de la OTAN.

Esto incluirá la apertura de un Cuartel de Operaciones Navales y la adquisición de 3 ó 4 corbetas polivalentes (de 1.000 a 1.200 Tm y de 80 a 100 metros de eslora) y de una flotilla auxiliar (formada por un petrolero de escuadra y un buque logístico).

Tercera fase: «Contribución a la paz y seguridad mundiales»

En una tercera fase, «habría que plantearse la necesidad de proyectar una fuerza, en un contexto multinacional, como contribución a la paz y la seguridad mundiales y como ejercicio de responsabilidad y solidaridad respecto a nuestros aliados, ya que de forma intermitente se pueden dar situaciones que requieran nuestra intervención», según recoge el epígrafe que lleva por título «El Atlántico y el Índico».

Y pone ejemplos de esas situaciones: «Colaborar en la lucha contra la piratería en las costas de Somalia, o evacuando civiles en el Golfo de Guinea».

Esto requerirá la creación de un Cuartel General Conjunto Expedicionario con un Multi Role Vessel (de 6.300 Tm), una corbeta, una Offshore Patrol Vessel y una flotilla auxiliar. En total, otros 300 efectivos adicionales, que dejarían el personal militar total en unos 2.000 efectivos.

El CEEC presentó un informe similar hace un año

No es la primera vez que se conoce un estudio sobre cómo debería ser el ejército de una hipotética Cataluña independiente. Hace poco más de un año, el Centre d’Estudis Estratègics de Catalunya (CEEC), controlado por Miquel Sellarès, difundió un informe en el que se planteaba las bases de las fuerzas armadas de un Estado catalán.

En esa ocasión, se cuantificó que estas deberian contar con 25.000 efectivos y tendrían un coste de 3.000 millones de euros al año (aproximadamente el 1,5% del PIB de Cataluña). Además, se ponía el acento en que los oficiales deberían acreditar un nivel C de catalán (el segundo más alto de la escala), y los soldados y marineros un nivel B.

Aquel informe también indicaba que los militares que provengan del Ejército español debería ser sometidos a unos «filtros de lealtad». Y proponía que las cuestiones más impopulares, como las pruebas de tiro de las fuerzas aéreas y de la marina, deberían realizarse en polígonos de los países vecinos, para evitar molestias a la población catalana.