. Le han enseñado la puerta. Siempre puede resistirse a tomarla, pero el control estará en manos de Blanco, el mentor de Sánchez
Señales de apaciguamiento en la superficie – señales por ahora débiles, dejémoslo claro – y un movimiento sísmico de cierta profundidad.
De todo hay en el PSOE. Cruce de mensajes, más o menos amables, y una brusca sacudida en el seno de la delegación socialista en Bruselas. A Pedro Sánchez, encapsulado en lograr la unidad en torno a su figura, se le complica el patio.
En momentos de alta polarización como el presente, decidirse por el camino de en medio exige una enorme capacidad política para no ser arrastrado a la marginación. La decisión del nuevo secretario general de ordenar el voto en contra de Jean Claude Juncker como presidente de la Comisión Europea ha puesto de manifiesto las profundas diferencias con Ramón Jáuregui, número dos de los socialistas en Europa, que ha evidenciado públicamente su desacuerdo.
El pulso de Jáuregui, su crítica plasmada negro sobre blanco en un artículo, sentó a cuerno quemado a Sánchez que retó a todos aquellos «incómodos» con sus instrucciones a enfrentarse a la militancia de base. En esta tesitura, Ramón Jáuregui tendrá bastante complicado seguir en la dirección en Bruselas.
Su discurso, sus ideas, su conducta política, parecen incompatibles con la estrategia de Pedro Sánchez y debería asumirlo con todas las consecuencias.
Más cuesta arriba todavía se hace imaginar a Elena Valenciano manteniéndose como jefa de la delegación.
Estuvo «indispuesta» para ocupar su escaño en la votación de Juncker e incluso para asistir en Ferraz a la proclamación de Sánchez como líder. Lo suyo sería sustituirla por un sanchista.
Ese remplazo ha sido sugerido en el entorno de la otrora cabeza electoral. O, simple y llanamente, ha evidenciado su malestar a cuenta de la difusión de una renuncia motu proprio.
Los próximos a Valenciano han señalado -siempre sotto voce- a José Blanco como epicentro de la filtración a la agencia EFE, matizada con un deseo de la propia de recibir el respaldo de Pedro Sánchez.
Poco importa. El morbo está servido. Valenciano vuela con plomo en las alas y en el seno del grupo la ven políticamente muerta. Le han enseñado la puerta.
Siempre puede resistirse a tomarla, pero el control estará en manos de Blanco, el mentor de Sánchez. El protagonismo de Pepe, número diez en la lista electoral, ha despegado con la fuerza de un cohete.
El caso Campeón truncó su carrera política y también impidió que pudiera aspirar a liderar el socialismo gallego, pero de aquel proceso judicial salió sorprendentemente limpio de polvo y paja y ahora actúa como voz oficial del PSOE en Bruselas.
Ya ha aparecido en diversos medios de comunicación con respuestas para todo y para todos en entusiasta defensa de Pedro Sánchez. De ahí a convertirse en el rey del mambo sólo hay un paso. Eso parece.