El PSOE vive momentos de incertidumbre. Pese a haber cerrado la inestabilidad que suponía tener en el sillón secretario general a un Rubalcaba que iba camino de la vía muerta, lo cierto es que Pedro Sánchez, el ‘elegido’ de la sultana andaluza, Susana Díaz, aún le queda trecho para madurar y la propia presidenta andaluza tampoco es que esté siendo el paradigma de una gestión impecable. Más bien, lo contrario.
La sucesora de José Antonio Griñán al frente de la Junta de Andalucía ha perdido su brillo y fulgor que atesoraba al comienzo de su mandato. Ya no es ese mirlo blanco que parecía aterrizar en la primera línea de la política dispuesta a comerse el mundo y a llevarse por delante a los corruptos, fuesen del partido que fuesen. La que iba a abrir las ventanas propias para que saliera el tufo de los ERE fraudulentos, ha optado con el paso de los meses por encender el ventilador y empezar a echar la porquería al Partido Popular.
La irritabilidad de la lideresa socialista quedó puesta de de manifiesto en el último Debate sobre el Estado de la Comunidad donde, lejos de reconocer los problemas que tiene que arreglar en casa propia, entre ellos una tasa de paro lacerante, unos niveles educativos que tienen a la región en los puestos de cola de Europa o la abundante corrupción, con el caso de los ERE fraudulentos o lo sucedido con Mercasevilla, Susana Díaz se salió por la tangente y acusó al PP de todos los males…sólo le faltó imputar a Rajoy y a Moreno Bonilla haber sido los impulsores de las siete plagas que asolaron a la humanidad en tiempos bíblicos.
Y mientras la presidenta andaluza, con voz y rictus crispados, culpando de todo al maestro Armero, es decir al PP, su ‘hombre’ en Madrid, Pedro Sánchez, olvidaba el rigor y la seriedad que se presumen en un líder de la oposición para arrimarse al mundo de la farándula y del cotilleo de patio de vecinos.
El secretario general de los socialistas, no sabemos si por recomendación de sus asesores o porque Pedro es así, se colgó del teléfono para intervenir en ese espacio en el que, como todo el mundo sabe, se tratan los principales problemas de nuestro país, ‘Sálvame’.
La conversación con J.J. Vázquez, el dueño del cortijo mediático de las tardes de Telecinco, versó sobre cuestiones que tanto preocupan a los españoles como la abolición del ‘Toro de la Vega’. Y es que el presentador aseguraba que dejaría de votar al partido de Ferraz si no se acababa desde ya con esa celebración. Pedro Sánchez se comprometió no sólo a poner firme al alcalde de Tordesillas, sino a decir que a él jamás le verán en una corrida de toros. Y mientras, los problemas reales de los españoles se fueron al limbo. Así pretende recuperar el poder el PSOE. De chiste.