Pedro Sánchez ni tiene respuesta ni modera al PSC

Mariano Rajoy no tiene un ‘ángel de la patria’ que le salve como tuvo David Cameron

Hay vencedores y hay vencidos. En el referéndum de Escocia del 19 de septiembre -consulta constitucional en el Reino Unido, conforme a sus leyes- ha vencido el No a la independencia y ha perdido el Sí a la secesión.

Visto de lejos han ganado todos los que pidieron ese No, empezando por el primer ministro conservador David Cameron, y han perdido los que promovieron ese Sí, siguiendo por el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, que ya ha anunciado su dimisión.

Visto de cerca, han perdido todos los que han querido ver en el nacionalismo escocés una legitimación o un ejemplo para el nacionalismo catalán y su pretendido referéndum del 9 de noviembre, empezando por el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Pero las cosas son más complicadas.

El gran vencedor moral del referéndum escocés no ha sido Cameron, sino el ex primer ministro laborista Gordon Brown, su ángel de la patria.

Lideró la campaña final por el No sobre el terreno y que atacó una de las raíces del problema: el descontento de los votantes de izquierdas escoceses, que en su momento fueron mayoría, hostiles a las políticas del centroderecha, desanimados para ir a votar y capaces incluso de votar una independencia en la que no creen -la mayoría de ellos no son ni siquiera de origen escocés- por pura rabia.

Brown habló en los barrios obreros de patriotismo británico, siendo él mismo escocés y socialista, y habló colocando la unidad por encima de los partidismos.

Por eso mismo, el más derrotado por la deriva del independentismo catalán es un Pedro Sánchez que no sabe qué hacer ni qué decir, ni dentro ni fuera de Sálvame.

El PSOE en Madrid habla contra la convocatoria de la consulta de los nacionalistas, pero el PSC, su sección catalana, votó este viernes con CiU y con ERC a favor de la Ley de Consultas catalana.

Sánchez no ha sido hasta ahora capaz de un discurso coherente a favor de la unidad, y su propuesta de federalismo, deliberadamente ambigua, es en realidad lo contrario de lo que ha hecho Brown en Escocia. También es verdad que no se puede pedir mucho más de un secretario general incapaz de mantener unido al PSOE.

Desde luego, el gran derrotado moral del resultado escocés -un No arrollador, y humillante para las encuestas, 55,3% contra 44,7%- es Artur Mas. CiU no podrá ampararse en un Sí escocés, pero eso estaba ya más o menos previsto: la Generalitat dice ahora a quien quiera escuchar que «al menos los escoceses han podido votar», sabiendo que no son casos comparables.

Pero sobre todo la derrota escocesa refuerza aún más -lo que faltaba después de Pujol- el peso del independentismo republicano y de extrema izquierda, ERC, CUP y demás. Ahora mismo quien lidera el «proceso» catalán, si sigue, es Oriol Junqueras.

Artur Mas, a diferencia de Salmond, no puede negociar más competencias con Mariano Rajoy, porque la Generalitat ya las tiene todas y muchas más, así que o acepta el liderazgo moral y electoral de Junqueras o se convierte él mismo en un independentista radical fuera de la ley.

El mayor derrotado no es Alex Salmond, que ha perdido el referéndum y ha dimitido pero que ha conseguido promesas de autonomía impensables antes para Escocia; a un nivel por cierto muy inferior al de cualquier región española, no digamos ya Cataluña.

La derrota política británica es para David Cameron, que abrió la caja de los truenos y para cerrarla ha tenido que dar lo que no quería: protagonismo a los laboristas, autonomía a los nacionalistas y legitimidad a su gran amenaza en Inglaterra y Gales, Nigel Farage del Partido por la Independencia del Reino Unido. Y por eso el que más debe pensar sobre todo esto es Mariano Rajoy.

Pensando sólo en cortos plazos y en encuestas, Rajoy puede estar contento con la derrota moral de Pedro Sánchez y de Artur Mas. ¿Pero de verdad le interesa a España lo que algunos creen que le interesa al PP? La sociedad escocesa está rota en dos; aún más la catalana.

Cameron se equivocó con la convocatoria, y Mariano Rajoy corre el riesgo de equivocarse respondiendo a la ley catalana y a la posible consulta sólo con florituras de políticos profesionales, de sociólogos progres y de leguleyos autistas. Si no quiere tener un problema aún mayor con Junqueras enfrente y sin Sánchez al lado, tiene que responder con hechos. Ya.

NOTA.- artículo publicado originalmente en El Semanal Digital

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