Ha sido una de las herencias de Alfredo Pérez Rubalcaba que con más entusiasmo ha recogido Pedro Sánchez como solución a todos los problemas: la reforma de la Constitución para dar un mejor encaje de Cataluña en España…
Pero, ¿qué significa realmente eso? ¿Cuáles son los aspectos concretos de esa reforma?
El PSOE, que lleva más de un año esgrimiendo ese argumento, nunca ha hecho públicos los aspectos concretos que, según los socialistas, dejarían satisfechas las aspiraciones independentistas.
La razón de esta demora no es otra que la falta de consenso. Existe unanimidad en que esa reforma es necesaria, pero para muchas otras cosas antes que para «contentar» a los soberanistas.
Algunos barones del partido como Emiliano García Page, Guillermo Fernández Vara y la propia Susana Díaz andan con pies de plomo ante esta propuesta. Y mucho más después de escuchar que una de las salidas que propone el PSC es incluir de alguna manera en la Constitución el derecho a decidir de Cataluña.
Esto sería «difícil de aceptar por muchos de nuestros militantes en el resto de España», afirmaba un ex dirigente y actual diputado del PSOE por Castilla-La Mancha. El derecho de autodeterminación no existe en ninguna de la Constituciones democráticas de los países más avanzados de nuestro entorno.
Además, el derecho a decidir lleva implícito el hecho diferencial sólo para una comunidad, algo que originaría problemas en el resto de comunidades.
El reconocimiento de «nación» y el «federalismo»
A la espera de que el PSOE concrete su reforma constitucional para encajar a Cataluña, la otra cuestión concreta que estudia el PSC es el tan traído y llevado reconocimiento de Cataluña como «nación», algo que ya echó por tierra el Tribunal Constitucional en la última reforma del Estatut.
La solución pasaría por modificar precisamente la Carta Magna reconociendo la «singularidad de Cataluña como nación».
Al margen de las dudas sobre el encaje con el resto de comunidades, o sobre si todas las comunidades pasarían desde ese momento a llamarse naciones, el problema y los recelos que expresan desde algunos sectores socialistas estarían de nuevo en cuáles serían las diferencias de una nación respecto a otra, o cuáles serían las competencias del Estado.
Y la última acepción que también está sobre la mesa de esa reforma sin concretar es la del federalismo, o federalismo asimétrico.
Viejo argumento socialista del que también han recelado siempre algunos barones del partido.
Aquí el problema añadido sería la de añadir la diferencia económica y copiar o simular el cupo vasco para Cataluña.
De todo esto quizá podremos salir de dudas cuando el PSOE concrete la reforma. Y estaríamos hablando de un cambio integral del Preámbulo de la Constitución y artículos del Título I.
Una reforma de la Carta Magna que requiere que dos tercios del Congreso la aprueben, un referéndum, la disolución de las Cortes para la convocatoria de elecciones y un nuevo refrendo de dos tercios de la Cámara Baja. Un consenso que no existe ni siquiera en las propias filas del PSOE.