Adaptar el calendario electoral al hecho biológico. Es lo que muy probablemente hará Susana Díaz -40 años- en Andalucía después de conocerse la noticia de su embarazo. Cansada de las amenazas de su socio de gobierno, la presidenta de la Junta ha dado un golpe en la mesa para tomar la iniciativa y dejar con el pie cambiado a IU y a sus adversarios tanto de la oposición (Partido Popular) como de las encuestas (Podemos).
Su maniobra ni mucho menos obedece a la precipitación. Los roces entre PSOE e IU en el seno del gobierno andaluz han sido constantes. Especialmente sangrante fue la reciente amenaza de IU de celebrar un referéndum en junio entre su militancia sobre el pacto de gobierno con los socialistas. Que los 12.000 militantes de IU-Andalucía decidan el futuro del gobierno andaluz es algo que ni Susana Díaz ni el resto de su partido están dispuestos a tolerar.
Es verdad que antes hubo otros desencuentros. El más sonado ocurrió el año pasado a propósito de la casa okupa Corrala Utopía de Sevilla. La consejera Elena Cortés (IU) entregó -sin permiso de Díaz- 20 viviendas a los okupas que habían sido desahuciados de la casa. La presidenta no se lo pensó y acabó retirándole las competencias a la consejera. La última herida, aún abierta, se debe al viaje que el vicepresidente Diego Valderas anunció que realizaría a El Sáhara a pesar de la oposición de Díaz, que ve en ello un desafío innecesario a Marruecos.
Estas tensiones son las que Susana Díaz ha usado para construir su discurso rupturista. La líder del PSOE andaluz afirma que si no hay estabilidad con IU entonces tendrá que producirse un adelanto electoral:
No quiero defraudar a los andaluces y sé que para agotar la legislatura tengo que tener una estabilidad que en estos momentos no tengo, y no lo voy a hacer a cualquier precio. Andalucía necesita un gobierno con fuerza, con solidez que no esté en cuestiones internas.
EL PSOE SERÍA LA FUERA ANDALUZA MÁS VOTADA
Hasta ahí la versión de Susana, o sea, la oficial. Porque detrás de sus planes de adelantar las elecciones al 22 de marzo hay un minucioso estudio de las posibilidades que su partido tendría para alzarse con la victoria y, de paso, posicionarse para dar el salto a Madrid. La maniobra no está exenta de riesgos, pero parece lo más sensato teniendo en cuenta que este adelanto electoral evitaría hacer frente a unos malos resultados en las municipales de mayo. Eso sin contar con sus propias circunstancias personales, ya que está previsto que Díaz dé a luz a mediados de julio.
Con el adelanto mata dos pájaros de un tiro porque a priori tendrá más opciones ante el empuje de Podemos en la izquierda. Siempre será mejor enfrentarse a ellos antes de que tengan representación institucional y sigan siendo una promesa en lugar de una realidad. Los últimos sondeos en Andalucía pintan un escenario en el que el PSOE sería el partido más votado y el PP sufriría una importante caída respecto a las autonómicas de 2012. Una encuesta del mes de diciembre del grupo Joly vaticina que los socialistas obtendrían el 30,9% de los votos frente a los 24,9% de los populares. Los primeros perderían 8 puntos respecto a 2012 mientras que los segundos bajarían 15 puntos.
De ser el partido más votado de Andalucía con Javier Arenas, el PP de Moreno Bonilla pasaría a la segunda posición. La tercera fuerza más votada en el parlamento andaluz sería Podemos, que se estrenaría con un 17,4%. Por su parte, Izquierda Unida llegaría hasta los 12,8%, un punto y medio más que en 2012. Bajo estas circunstancias Susana Díaz sabe que el PP siempre preferirá dejarle gobernar en solitario antes que soportar otra coalición con un partido más a la izquierda.
Si los resultados de esta encuesta se materializan, el fracaso de Moreno Bonilla sería patente al representar el PSOE el voto útil ante la irrupción de Podemos. Un varapalo también para la dirección nacional popular al confiarle al desconocido Juan Manuel el reto de ganar en la región.
IU NIEGA QUE HAYA INESTABILIDAD EN EL GOBIERNO
Todo eso lo sabe Susana Díaz, que al mismo tiempo que prepara su victoria en Andalucía mira de reojo a las elecciones generales que serán en noviembre. De ganar en Andalucía, Susana podría presumir en su partido de ser la primera en derrotar a PP y Podemos además de romper la inercia perdedora que los socialistas arrastran desde el ocaso del zapaterismo en 2011. Con esa hoja de servicios no serían pocos los andaluces a los que les gustaría verla de presidenta del gobierno de España.
Si esa fuera su meta, el primer paso sería presentarse a las primarias que el PSOE celebrará en los próximos meses para elegir candidato a la presidencia del gobierno. Es seguro que su embarazo generará simpatías, pero muchos la verían como la última esperanza del socialismo, más si cabe por el infructuoso liderazgo de Pedro Sánchez. Por si acaso, el madrileño ya ha dicho no sólo que se presentará, sino que se ve ganando esas primarias.
En mitad de la que parece ser la última crisis interna del gobierno andaluz, Susana Díaz se reunió ayer con los ocho líderes provinciales del PSOE para tratar esta cuestión. Sus compañeros le dan su apoyo para que adelante las elecciones si lo considera oportuno. La ley electoral andaluza establece que la convocatoria de elecciones requiere una deliberación previa de un Consejo de Gobierno que se reunió ayer pero que no adoptó ninguna decisión al respecto. Ahora Díaz tiene de fecha límite hasta el 27 de enero para convocar los comicios.
Antes de esa reunión la presidenta volvió a reincidir en su mensaje:
Espero que todos recapacitemos y sepamos lo que es estar en un Gobierno de nueve millones de personas. Hemos de saber que estamos en un Gobierno que es la esperanza para muchos ciudadanos y si no es así, pues hablarán los andaluces, que tienen todo el derecho.
En IU empiezan a recular ante lo que parece ya inevitable. Si el coordinador general Antonio Maíllo negaba el lunes que hubiera inestabilidad y aseguraba que su partido no había convocado ningún referéndum, ayer el vicepresidente Diego Valderas señalaba que no encontraba elementos objetivos para el adelanto electoral al tiempo que recordaba que quedan entre 10 y 12 leyes pendientes de aprobar.
