El alma del socialismo

El alma del socialismo
Fernando Ayala Vicente

La semana pasada los socialistas celebramos, con enorme aceptación de los contenidos, la III Jornada de Historia del socialismo. En esta ocasión nos reunimos en Valdesalor muchos compañeros, simpatizantes y representantes de Asociaciones de Historia venidos de ambas provincias.

Quiero detenerme en cuestiones que, a veces, presionados por la inmediatez, nos pasan desapercibidas. Guillermo Fernández Vara nos hizo alusión al alma del socialismo. Quería trasladarnos el mensaje de que más allá de nuestras diferencias internas, por otra parte históricas, nos une un objetivo común. Algo que en muchas ocasiones de la actualidad se echa de menos. Si Besteiro, del que glosó su figura, Prieto o Largo Caballero tenían grandes disonancias en su manera de entender la puesta en marcha de un programa político, ahora, y no sólo en el PSOE, es triste comprobar como priman los personalismos, las contradicciones, las traiciones de la hemeroteca o los posicionamientos grupales, antes que la sensación de que, dentro de lo que cabe, los militantes de los partidos somos una inmensa minoría en relación con las inmensas capas de desolación que, por desgracia, asolan a miles de ciudadanos atropellados por las políticas de la derecha.

Y ahí también quisiera hacer hincapié. Miguel Ángel Morales nos retrotrajo a una idea esencial. El socialismo persigue la igualdad. Volvió a remachar que nuestros adversarios no están a la izquierda. Insistió en reivindicar el papel de miles de alcaldes y concejales que literalmente dieron su vida por conquistar mejores cotas de bienestar para sus vecinos. Un ejemplo, entre ellos, es el de Constante, alcalde de Acehúche. Hace unos días recibió un merecido homenaje simbolizando el trabajo de aquellos socialistas que pusieron en valor la ideología de la solidaridad y la justicia social con numerosas actuaciones concretas que transformaron sustancialmente su pueblo. Y ahí quedan, como herencia y testimonio de buenas prácticas.

Por esta razón es fundamental reivindicar nuestra historia. No precisamente desde la nostalgia, si no con la premisa principal de ser conscientes que es un elemento decisorio para definir nuestro caminar en el presente. Si tenemos claro lo que fuimos, si tenemos claro lo que somos, no habrá ninguna duda en tener la conciencia clara y la mirada limpia para poner en marcha propuestas que en compañía de la ciudadanía darán la vuelta a la situación de penuria en la que nos desenvolvemos.

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