A Díaz podría bastarle su apoyo de Ciudadanos para gobernar y esquivar al PP y a Podemos
El escenario político que dibujan las encuestas en Andalucía revela un cambio de tendencia histórico en la región más inmovilista y tradicional de España. Para bien o para mal el sur va a ser el comienzo de una nueva etapa política nacional en la que el poder de los dos grandes partidos, PSOE y PP, va a menguar de manera considerable.
Lo de gobernar en solitario gracias a una mayoría absoluta va a ser a partir de ahora una anomalía. Se vislumbran, en cambio, gobiernos inestables con su inevitable querencia al adelanto electoral.
En solo tres años socialistas y populares han pasado de tener 47 y 50 escaños respectivamente en el parlamento andaluz a una estimación de 41 y 32. La encuesta Sigma2 que publica El Mundo señala que el PSOE bajaría del 39,5% de los votos al 33,1% y el PP del 40,7% al 26,8%.–Ciudadanos, clave para gobernar—
Una caída drástica que no sólo responde a la erosión que la crisis ejerce sobre los partidos que capean el temporal desde el poder, sino la constatación de que otros partidos se han consolidado como alternativas al bipartidismo.
Tanto han cambiado las cosas que desde las elecciones autonómicas de 2012 que depararon la entrada en el parlamento andaluz de sólo tres partidos -PP, PSOE e IU- se va a pasar con total seguridad a uno en el que haya hasta seis formaciones. Podemos, Ciudadanos y UPyD se estrenarían en Andalucía. Podrían ser siete según algunas encuestas que otorgan a VOX un escaño.
Como socialistas y populares, Izquierda Unida tampoco va a salir indemne de la pérdida de apoyo del electorado andaluz. En su caso por dos motivos. El primero, consecuencia de su participación en el gobierno bipartito presidido primero por José Antonio Griñán y más tarde por Susana Díaz.
Prestar apoyo a un PSOE que ostenta el récord por el mayor caso de corrupción de la historia de la democracia -los ERE fraudulentos, además de los cursos de formación- no ha sido bien visto por gran parte del electorado de izquierdas.
El candidato de Ciudadanos ya sabe lo que es pactar con el PSOE
La segunda causa tiene que ver con el ascenso de Podemos como fenómeno aglutinador de la izquierda. El partido de Pablo Iglesias ha logrado antes incluso de entrar en las instituciones españolas lo que no consiguió IU ni en tiempos de Julio Anguita: discutir la hegemonía de la izquierda al PSOE.
El 22 de marzo 2015 Podemos se estrenaría en el parlamento andaluz con un magnífico resultado, tercera fuerza más votada -15,2% de los votos- que le darían entre 16 y 18 escaños.
El candidato de IU, Antonio Maíllo, declaraba recientemente a Periodista Digital que Susana Díaz acabará pagando en las urnas el haber utilizado a Andalucía para sus ambiciones políticas.
Aunque las encuestas le dan un 6,4% de los votos (8 escaños) frente a los 12 que obtuvo hace tres años, está convencido de que hay un escenario abierto que su partido va a saber aprovechar.
El otro partido que amenazaría junto a Podemos la estabilidad del antiguo régimen sería Ciudadanos. La formación de Albert Rivera llegaría al parlamento con el respaldo del 11,4% de los andaluces, es decir, entre 11 y 12 escaños.
Con esa cifra se convertiría en un actor decisivo en Andalucía, ya que sería la llave del gobierno del PSOE. Como la mayoría absoluta son 55 escaños, los 41-44 de Susana Díaz sumados a los 11-12 de Ciudadanos podrían ser suficientes para formar gobierno.
Claro que hay quienes ven ese posible pacto como un hándicap. Y hay precedentes. Porque la trayectoria política del candidato de Ciudadanos, Juan Marín, se resume en el apoyo que prestó al PSOE desde el partido de Ciudadanos Independientes para formar gobierno en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Si ya han pactado una vez con los socialistas no habría muchos problemas en volver a hacerlo a otro nivel. ¿Preferirá Susana Díaz a Podemos?
UPyD propone el fin del régimen clientelar
De momento las mayores victorias políticas de Ciudadanos en esta campaña electoral ni siquiera las ha cosechado la propia formación, sino que han sido provocadas por la torpeza de sus rivales. En este capítulo destaca el PP. El portavoz de los populares en el Congreso, Rafael Hernando, usó el término ‘naranjito’ para referirse a la formación de Albert Rivera.
Aquello resultó un boomerang que se volvió contra el propio PP por su incapacidad para debatir en el terreno de las ideas. Poco después el delegado del gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, afirmó que los andaluces no quieren a alguien que se llame Albert.
Tal metedura de pata fue replicada con inteligencia por Rivera en las redes sociales: «Me da igual como usted se llame, apunte: Cataluña es España: ¿O piensa el PP como Artur Mas?».
Según la encuesta publicada por El Mundo, el partido de Rosa Díez obtendría en la región un 2% de los votos que se traduciría en el mejor de los casos en un escaño. Hay que recordar que en los anteriores comicios la formación magenta obtuvo un 3,3% del total de los votos que no le valieron para entrar en el parlamento andaluz.
El jerezano Martín de la Herrán tratará de colarse en las instituciones con un discurso vertebrado en torno a la reforma de la ley electoral andaluza, de cuya aprobación cree que depende el fin del régimen clientelar que ha provocado la hegemonía socialista durante más de tres décadas.