UPA-UCE denuncia que este terrible incendio ha arrasado los dos cimientos socioeconómicos «fundamentales» de la zona afectada: la agricultura y la ganadería.
El fuego se ha llevado a su paso explotaciones de los sectores clave de la región: de vacuno, de ovino y apícolas, así como forestales, de castaño y de olivar. Las llamas han devorado todo, vegetación, animales e instalaciones.
El incendio no ha podido llegar en «peor momento», indican desde UPA-UCE, ya que este año ha sido meteorológicamente «complicado» y los agricultores y ganaderos «ya estaban en una situación sensible». Ahora, tras esta catástrofe, estos profesionales del campo se quedan «totalmente desprotegidos», asegura la organización.
Además de estas pérdidas en sectores vitales, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Extremadura recuerda que también se han visto dañadas el resto de actividades importantes de la zona, como la turística. Por tanto, la organización agraria no ve una alternativa para solucionar a corto y medio plazo la vulnerabilidad de las poblaciones del lugar.
Para conocer la cuantía total de las pérdidas habrá que esperar un tiempo, pero se espera que la cifra sea millonaria debido a la magnitud de la superficie carbonizada (casi 8.000 hectáreas).
Por todo ello, UPA-UCE urge a los ayuntamientos e instituciones que trabajen coordinados y con celeridad para minimizar el impacto económico. La organización pide a las administraciones locales, autonómicas y nacionales, al Consorcio de Compensación de Seguros y a Agroseguro que sean ágiles para favorecer la recuperación de los valores ecológicos y económicos perdidos en la región afectada.
