Cada hora que pasa sin noticias cae como una losa sobre los familiares de Laura del Hoyo, Marina Okarynska y también, aunque con otras connotaciones, de Sergio Morante, el joven al que las chicas habían ido a ver a su piso de Cuenca cuando se les perdió la pista.
La investigación avanza en medio de un sigilo total, impuesto por el secreto de sumario decretado por el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de la ciudad, pero a nadie se le escapa que después de cinco días sin avances el pesimismo acerca de lo que ha podido ocurrir se abre paso con más fuerza.
La Policía de la capital conquense está literalmente volcada en este asunto y también trabajan en el caso especialistas en desapariciones de la UDEV Central de la Comisaría General de Policía Judicial llegados desde Madrid.
La Guardia Civil, por su parte, también está movilizada y colabora en el rastreo de amplias zonas y carreteras para intentar detectar algún movimiento de los desaparecidos.
De momento, sin embargo, parece como si la tierra se hubiera tragado a Laura, Marina y Sergio. Como se sabe, en el coche de la primera, aparcado cerca de la vivienda del joven -las dos chicas habían ido juntas allí a recoger los últimos efectos personales de Marina, tras su ruptura con el sospechoso-, se encontró su bolso con la documentación, el teléfono móvil y la medicación que toma a diario para tratarse de una afección coronaria que le provocan taquicardias.
Sin embargo, no se encontró ninguna de las pertenencias de su amiga. Según revelan Cruz Morcillo y Pablo Muñoz en ‘ABC‘, desde el pasado jueves los teléfonos móviles de Sergio Morante y su expareja no registran actividad alguna, lo que añade elementos de preocupación al caso.
Esto puede deberse a que fueran apagados de forma intencionada o bien arrojados a algún lugar en el que los aparatos quedan inutilizados. Sea como fuere, lo cierto es que de momento esta circunstancia ha hecho imposible que los investigadores hayan podido reconstruir sus pasos a través de las BTS correspondientes, lo que ha obligado a ampliar mucho la zona de búsqueda.
Otro de los elementos llamativos es que los encargados del caso tampoco habían podido localizar, al menos hasta el cierre de esta edición, el coche de Sergio Morante, que sin embargo estaba situado en su pueblo por una testigo horas después de la desaparición de las jóvenes.
En concreto, esta chica afirma que vio al sospechoso pasear a sus perros y que su actitud era, aparentemente, normal.
Como es habitual en estos casos, los investigadores están muy atentos a las comunicaciones del entorno familiar y social más cercano a los desaparecidos, por si alguien de ese círculo de confianza recibe un mensaje de los buscados.
En este caso, dadas sus especiales características, se han seguido con interés las de los allegados al joven, que al ver el revuelo organizado por el suceso podría haber intentado algún contacto. Pues bien, de nuevo el silencio ha sido total en este punto, y a medida que pasan las horas es más difícil que esa llamada pueda producirse.
Batidas suspendidas
Finalmente, hay un tercer elemento que llama la atención a los responsables de las pesquisas. Cinco días después de la desaparición, la cuenta bancaria de Sergio Morante, al igual que las de las chicas, no ha tenido movimiento alguno, ni se han detectado pagos con tarjetas.
Es ya mucho tiempo sin actividad económica, lo que solo podría explicarse porque el joven hubiera acumulado dinero en efectivo suficiente para pasar algunos días sin necesidad de operar con un banco.
Ayer, mientras, los familiares y allegados a Laura y Martina decidieron suspender las batidas. Una decisión lógica si se tiene en cuenta que la falta de información hace imposible organizar búsquedas con una mínima coherencia y expectativa, por tanto, de eficacia. Tampoco convocaron a los medios de comunicación ya que no hay novedad alguna.
