El asesino de las jóvenes de Cuenca fue detenido en 2010 por guardar pornografía infantil
Sergio Morate era una joyita. El autor del doble crimen de Cuenca ya contaba con un historial delictivo que se benefició, una vez más, de la laxa situación judicial española.
Morate fue detenido en 2010 por sendos delitos de corrupción de menores o incapaces y contra la integridad sexual al serle encontrados en su ordenador varios archivos de pornografía infantil, según relata ABC.
Sin embargo, no fue condenado por ello (Sergio Morate: «He matado a Marina, la otra [Laura] no tenía culpa alguna»).
Sí lo fue por otros hechos que tuvieron lugar dos años antes de ese arresto. Entonces infringió malos tratos a una exnovia y fue condenado a cuatro años de prisión por detención ilegal, amenazas, malos tratos y lesiones (Morate mató a Laura y Marina a golpes y por estrangulamiento).
De nuevo tan sólo cumplió dieciocho meses y no se le aplicó el agravante de delito sexual.
Por el momento el sospechoso del doble asesinato de Cuenca se encuentra a la espera de que la Justicia rumana autorice su extradición a España.
LOS ANTECENDENTES
Morate sabía o no que su ex había contraído matrimonio. Pero él no soportaba que lo dejara una mujer. Eso lo tienen claro los investigadores.
A la primera que lo hizo -su exnovia- la secuestró y la maltrató. Morate tenía 22 años y la Policía Nacional lo detuvo por detención ilegal, amenazas, malos tratos y lesiones.
Su condena fue extrañamente benévola. Se trató como una detención ilegal sin fines sexuales, lo que le supuso una sustancial rebaja de pena: 4 años en lugar de 15 si se le hubiera aplicado ese agravante.
Como cuenta Cruz Morcillo en ‘ABC‘ este 24 de agosto de 2015, pasó 18 meses entre rejas. Ahora esa primera víctima ha tenido que revivir lo que le sucedió hace siete años, guiando hasta donde pudo a quienes buscaban a las dos amigas en esos seis días angustiosos.
La segunda vez que lo detuvieron también fue por un delito relacionado con mujeres, niñas en concreto: guardaba archivos de pornografía infantil en su ordenador. Fue dos años después y no hubo condena. Pero cuando empezó a salir con Marina el tiempo entre rejas ya había hecho mella en él.
En la cárcel de Cuenca trenzó lazos sólidos de amistad que continuaron en la calle. Ayudaba que disfrutaba de una posición económica muy superior a la de otros condenados. Uno de esos presos, el rumano Istvan Horvath se juega ser acusado de encubrimiento en Rumanía por haber dado cobijo en su casa de Lugoj a Morate y haber ido a buscarlo a Hungría mientras este huía de la Policía.
Horvath, que fue detenido y está imputado, reitera que era más amigo de Marina que de su entonces novio; algo así como ocurre con su mujer Valeria, quien también parece ser más amiga de Morate que de Horvath pues fue a ella a la que mensajeó y llamó el evadido en su fuga atravesando media Europa.
Antes de llegar a Horvah, los investigadores colocaron en el punto de mira a un colombiano, con el que también tenía lazos estrechos Morate. Según el capellán de la cárcel de Cuenca, el ahora sospechoso del doble asesinato iba a visitar a su amigo presidiario al centro penitenciario de Valdemoro. El colombiano estaba de permiso cuando empezó la fuga del presunto asesino. Los hilos de unos llevaron a otros.
Hasta el momento, los investigadores no han encontrado pruebas de que Morate contara con un cómplice para asesinar a las dos mujeres.
A Marina la esperaba -supiera o no de su boda- porque ella quería recoger sus últimos efectos personales y cerrar capítulo. A Laura, no, pero tampoco la perdonó, quien sabe si urgido por viejos agravios debidos a la amistad de las dos mujeres.
Se ensañó con ambas; sobre todo con Marina, que lo había acompañado y apoyado cuando sufrió un cáncer de testículos. Las estranguló y en el caso de su exnovia utilizó unas bridas. Antes había comprado cal y cavado una tumba junto al río Huécar. La máquina de los rumores cuenta que en prisión fanfarroneó: «Si a mí me deja mi mujer, la mató».
Benefactor de presos
Su amigo Istvan Horvath fue detenido por la Guardia Civil en abril de 2008. Él y otros tres rumanos robaron un coche y condujeron como locos desde Saelices a Motilla del Palancar en la provincia de Cuenca. En la huida se estrellaron con otro vehículo, ajeno a los hechos y dejaron en coma a uno de los ocupantes. El rumano fue condenado por homicidio imprudente.