Esta madre francesa afirma odiar a los niños

¡Es horrible: somos muchos! El planeta Tierra tiene una población humana de 7.500 millones de individuos. En el año 2100 seremos 11.000 millones ¿Cómo podrán alimentarse todas esas personas?

Frente a esta tendencia, los medios de comunicación están mostrando por primera vez algo de preocupación (incluso en Francia, un país promotor de políticas a favor de la natalidad y donde los medios de comunicación están definitivamente a favor de los nacimientos).

Vivimos en una sociedad obsesionada con los niños. Un hijo es considerado garantía de felicidad, desarrollo personal e incluso status social.

A aquellos que no son padres o madres se les describe como egoístas. Están bajo sospecha de ser malos ciudadanos. Muchos de ellos sienten la presión de justificarse: «No puedo tener ninguno, pero amo a los niños».

Ante lo cual yo me apresuro a añadir, solo para ponerle picante a la conversación: «Tengo algunos, pero también tengo razones para odiar a los niños».

No es que esté en posición de defender una reducción de la tasa de natalidad. Teniendo dos hijos, no puedo decirle a los demás: «No hagas lo que yo hice». No obstante, sí me parece hipócrita esconderme detrás de una pantalla de humo idealista («No hay nada más hermoso que la sonrisa de un niño») para justificar mis cuestionables decisiones en la vida.

Estoy fuertemente en contra del lavado de cerebros y del pathos. Es hora de dejar de vender la idea de que los bebés producen un hechizo de felicidad. ¡Basta de esta gran ilusión!

En estos días, es imposible expresar la experiencia personal de la maternidad en otros términos que no sean: «Soy una madre (o un padre) dichoso, mis hijos son mi alegría». Es obligatorio encontrar placer en la maternidad. En mi experiencia, la realidad es muy diferente: criar a un hijo es 1% de felicidad y 99% de preocupación.

Ser padre se ha convertido en un trabajo muy demandante. Muchos padres se involucran más de la cuenta en la educación se sus hijos y se convierten en «hiper» padres, presentes en cada frente: asegurando un desayuno balanceado, actividades extracurriculares, ayuda con los deberes escolares…

Yo estoy perfectamente consciente de cuán involucrada estuve (muy involucrada, de hecho) y como me convertí, lo quisiera o no, en el estereotipo de una madre judía. Eso produce niños hipercontrolados e hipervigilados. Me pregunto cómo ellos se las arreglarán un día para convertirse en adultos.

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