Los dos agentes eran amantes y montaron el asesinato de la pareja de ella, otro policía

Trío mortal en la Policía Urbana de Barcelona

Trío mortal en la Policía Urbana de Barcelona
Los agentes Rosa (detenida), Pedro (víctima) y Albert (amante). BC

Un triángulo amoroso con un fatal desenlace. El presunto asesinato de Pedro R., un agente de la Guardia Urbana de Barcelona por parte de dos compañeros -una policía con la que mantenía una relación y otro urbano, que era el amante de ella- ha consternado al cuerpo policial.

«Es un caso aislado», «son hechos puntuales», «puede tener que ver con relaciones personales», se afanaba en reiterar anteayer el comisionado de Seguridad de Barcelona, Amadeu Recasens. Los historiales de los tres protagonistas de este homicidio no hacen más que completar una enredada trama, casi de película.

Explica Anna Cabeza en ‘ABC’ este 17 de mayo de 2017, el crimen se destapó cuando hace aproximadamente un par de semanas un excursionista alertó a los Mossos d’Esquadra de que un coche estaba ardiendo en una pista forestal de Castellet i la Gornal (Barcelona), muy próxima al pantano de Foix.

Al apagar el fuego e inspeccionar el vehículo los agentes encontraron en su maletero un cadáver totalmente calcinado.

Las tareas de identificación no parecían fáciles pero ya desde un primer momento los agentes constataron que el coche estaba a nombre de Pedro.

También ayudó a ello una prótesis de espalda encontrada, idéntica a la que le habían implantado en una operación que todavía le mantenía de baja. Casi sin ninguna duda al respecto, la investigación espera todavía algunas pruebas forenses de ADN.

Al conocerse su identidad, la investigación dio con el hecho de que la novia del fallecido, Rosa P., era otra agente de la Urbana de 33 años, curiosamente implicada en un truculento caso de «pornovenganza» por parte de un subinspector del cuerpo.

Ambos habían mantenido una relación y cuando en 2008 cortaron, él difundió fotos sexuales de Rosa de forma masiva desde el mail de ella. El caso, que tenía fechado el juicio para el pasado lunes, se ha aplazado hasta octubre.

Las miradas se pusieron sobre Rosa por ser la pareja del fallecido, y más después de que ella pidiera protección al temer por su vida y la de sus dos hijas.

Sin embargo, nueve días después de encontrar el cadáver, el pasado sábado el caso dio un vuelco. Los Mossos detuvieron a Rosa y al mismo tiempo a Albert L., otro compañero de la Urbana, de 36 años, por la presunta implicación de ambos en la muerte de Pedro. Fuentes policiales se sorprendieron por la tranquilidad de ambos.

La geolocalización de sus móviles les situó en la zona cercana al pantano de Foix donde apareció el cadáver.

Para más inri, se constató que ambos, muy probablemente, habían retomado una antigua relación sentimental a escondidas de la víctima. Ambos incluso habían acudido juntos a una cena de trabajo después de haberse encontrado el cuerpo de Pedro.

Por su relación, desde el pasado sábado la policía autonómica catalana ha intentado a capa y espada que ambos detenidos no tengan ningún tipo de contacto, ni en los calabozos -ella está en la comisaría de Sant Feliu de Llobregat y él, en la de Sant Boi de Llobregat- ni ayer, cuando ambos pasaron a disposición judicial.

Antes que nada, Rosa fue sometida a un examen psicológico y luego declaró durante dos horas, durante las que respondió a todas las partes. Por la tarde, fue el turno de Albert. Al cierre de esta edición no se conocían los delitos imputados ni las posibles medidas cautelares dictadas por el juez.

Rosa y Albert patrullaban juntos y con anterioridad se habían visto implicados en actuaciones polémicas de la Urbana. Además del caso de «Pornovenganza», ella participó en una controvertida intervención contra el «top manta» en la zona de Montjuïc en 2014 que terminó con la muerte, supuestamente accidental, de un mantero paquistaní, después de que cayera mientras huía de la policía.

Por su parte, Albert también fue condenado en 2013 a una multa de 300 euros y una indemnización de 600 euros por dar una paliza a otro mantero.

La víctima mortal también tenía un controvertido episodio en su trayectoria laboral. Había sido apartado temporalmente del cuerpo por agredir y humillar a un motorista que se saltó un semáforo, un caso por el que tenía un expediente disciplinario abierto pendiente de resolver.

La investigación todavía sigue abierta, aunque con las pruebas recabadas los Mossos creen que el crimen se debió a un móvil sentimental. El Juzgado de Instrucción 8 de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) mantiene el secreto de las actuaciones. Paralelamente, el Ayuntamiento de Barcelona está a la espera de la evolución del caso.

La unidad deontológica de la Guardia Urbana les abrirá expedientes disciplinarios y se tomarán las medidas cautelares, que como mínimo, podrían acarrear su suspensión y la retirada de sus armas.

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