El Govern admite alertas sobre la Rambla pero califica el documento de “montaje”

¡Qué barata sale la mentira en la Cataluña independentista!

El inepto Forn y su subalterno Trapero niegan ahora que la alerta proviniese de la CIA pero evitan aclarar la fuente

¡Qué barata sale la mentira en la Cataluña independentista!
El consejero Joaquim Forn y el jefe de los Mossos, Josep Lluís Trapero. CT

La ineptitud de la Consejería de Interior se suma al sectarismo de Ada Colau, que se negó a poner bolardos porque coartaban la libertad

Qué barata sale la mentira política en la Cataluña independentista. En el Reino Unido, un ministro dimite por haber fingido que el coche familiar lo conducía su esposa en lugar de él al ser cazado por un radar cuando circulaba con exceso de velocidad. No solo dimite, además acaba yendo a prisión (La CIA avisó el 25 de mayo a los Mossos del atentado «en La Rambla de Barcelona»).

En Alemania, una miembro del Gobierno cesa al descubrirse que había plagiado su tesis doctoral. No solo cesa, también es desposeída de su título de doctora universitaria.

Aquí, las cosas no van así. En la Europa meridional, de matriz cultural católica, no se penaliza política ni socialmente la mentira como en los países del centro y el norte del continente, de raíz protestante.

No es un defecto exclusivo de los políticos tramposos que escurren el bulto pese a los escándalos de corrupción que los cubren de lodo. En el fondo, si logran seguir aferrados al cargo pese a que sus falsedades hayan quedado al descubierto es porque la sociedad lo tolera.

En Cataluña, en concreto, los ceses políticos derivados de un engaño son una excepcional excepción. Aunque los autores de la trampa sean un presidente autonómico, su consejero de Interior o el flamante jefe de su policía (Las 8 grandes pifias de los Mossos en los atentados islámicos de Cataluña).

Los Mossos, pese a haber tenido algunos brillantes aciertos -sobre todo pistola en mano- ante el autor del  atentado yihadista de la Rambla y sus compinches de Cambrils, han vuelto a mentir a la ciudadanía.

Para ser rigurosos, no solo los Mossos, por boca de su ‘major’, Josep Lluís Trapero, han engañado a la opinión pública al negar que hubieran recibido aviso alguno de la CIA sobre la posibilidad de que terroristas islamistas estuvieran preparando este verano un atentado en la Rambla de Barcelona (Los Mossos tuvieron ante los ojos en Alcanar la pista que llevaba a los terroristas y no la vieron).

Antes que Trapero, habían hecho lo propio el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y su ‘conseller’ de Interior, Joaquim Forn. La cadena de mando al completo faltando a la verdad. Forn y Trapero no se conformaron con eso.

El primero acusó además a los periodistas de «ensuciar el trabajo de los Mossos» y el segundo les culpó literalmente de «echar mierda» sobre la policía catalana. Edificante, realmente edificante, institucionalmente edificante.

Ahora, con la nota de la CIA sobre la mesa, el Gobierno catalán y su policía deben explicar por qué han mentido reiteradamente. Por qué han denigrado el trabajo de los periodistas. Pero, sobre todas las cosas, el Gobierno catalán y su policía deben aclarar a la sociedad qué medidas de protección de la población adoptaron después de tener conocimiento de la amenaza.

Y que los culpables, los que se gastaron el dinero en montrar embajadas y festivales independentistas en lugar d ehacerlo en seguridad, paguen por ello.

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