Ya lo dice el viejo adagio, que no es lo mismo predicar que dar trigo. Y claro, cuando se te calienta la boca asegurando que seguirás adelante en un propósito por muy duras que sean las consecuencias, queda bastante patético acabar reculando.
Pero claro, a nivel de la feliz ‘Arcadia’ catalana, hay políticos que son capaces de sostener un discurso radical cuando el tren del artículo 155 de la Constitución aún no ha partido de la estación de Puerta de Atocha, pero cuando se acerca ya a la provincia de Lérida entonces la cosa cambia y toman las de Villadiego.
En el caso del ya exconsejero de Empresa de la Generalitat de Cataluña, Santi Vila, esto se ha hecho realidad.
El 23 de septiembre de 2017, a una semana vista del referéndum ilegal del 1-O, el hoy dimisionario Santi Vila, se jactaba en un acto en Figueras (Gerona) de que él no tendría problema alguno en poner en juego su patrimonio y su libertad con tal de defender la consulta y la independencia de Cataluña. Y encima a este le iban tildando de moderado. ¡Pues menos mal!
Lean como se manifestaba en esa fecha, la del 23-9-2017, un mes y tres días antes de acongojarse ante la entrada en vigor del 155:
Y si la semana que viene tenemos que ir a la prisión, iremos. Y si hay que jugarse el patrimonio, nos lo jugaremos. Y si hay que acabar en la prisión, acabaremos, porque en ello va la dignidad personal y colectiva, la dignidad de todos y de esta nación.