Ahora más que nunca, hay que apoyar a VOX

Ahora más que nunca, hay que apoyar a VOX

A pesar de todos los escollos, espero que VOX no se desmoralice y siga adelante con su programa de cambio para España. Hace falta paciencia y grandes dosis de fortaleza para resistir los incesantes embates de la multicolor ralea de corruptos, ambiciosos, vividores, envidiosos y enemigos de la patria que pululan por los escaños, es decir, todas las formaciones que andan estos días en el trapicheo de pactos, amenizados por la no menos corrupta prensa al servicio de la maldad. ¿Algo que objetar a esto? ¿Qué exagero? No lo creo. No me dirán que no hay corrupción para dar y tomar en las dos formaciones del bipartidismo y lo mismo en los golpistas catalanes y en los independentistas vascos. En estos últimos podríamos también incluir el asqueroso velo tendido sobre ciertos personajes relacionados con la pederastia. Muy fuerte el tema, pero de estas cosas no se ocupa la prensa, a no ser que se trate de un caso relacionado con la Iglesia, que entonces sí es noticia de telediario y tema de tertulia durante días. Continuando con la adjudicación de adjetivos, la ambición de Ciudadanos es más exagerada que las trenzas rubias de Rapunzel, pero estas, al menos, le sirvieron de escala al príncipe salvador. Albert Rivera es casi un androide nacido para obedecer, un veleta, un traidor, un masoncito de alma pequeña, una Rahola en versión macho. (Porque los dos hablan y hablan compulsivamente como si llevaran una casete insertada). De Rivera nunca podremos fiarnos porque puede más su ambición que su vocación de servicio, que ni sabe lo que es. Rivera es un moderno, un progre. Es un producto de estos tiempos desquiciados del parecer y aparentar; de la imagen por encima del contenido; de ausencia del Ser. Mira que dijimos por activa y por pasiva que Rivera no era trigo limpio, que era un monigotito que obedece consignas del NOM. Hay que tirar de archivo y rescatar la visita de Garicano a Soros cuando “el naranjita veleta” manifestó públicamente que no pactaría con Sánchez, y la visita del falso filántropo a Rivera para llamarlo al orden. De ahí que por los mismos días Carmen Calvo adelantara que Europa no entendería un posible pacto con VOX o que Sánchez se quejara del cordón sanitario contra el PSOE y lo utilizara en campaña, o el francesito Valls hablara sobre Vox sin saber bien de qué iba la cosa. Todos juegan en el mismo equipo y tienen el mismo jefe. Visto desde cierta distancia es mafia pura.

Por cierto, se acaba de celebrar la reunión anual de Bilderberg. Los participantes suelen ser masones o estar en la línea de simpatía masónica. Curiosamente, este año estuvo Casado y, ¡ojo!, Arrimadas, Inés Arrimadas, la chica guapita de provincias con cara de estampa de la Virgen. Por lo que estamos viendo, no me extrañaría que nos resultara toda una diplomada diablesa. No lo digo porque acuda a la reunión de Bilderberg, ya que el club suele invitar a las nuevas promesas para hacerles tocar el cielo de los poderosos e inocularles una inyección de “autoimportancia”, un virus difícilmente erradicable una vez introducido en el cuerpo del político. Visto lo visto, me da que Inés es de las blanditas y tragaderas las tiene. Quiere poder y venderá su alma como todos, y la nuestra si no estamos alerta. Qué asquito de personajillos.

La consigna de Ciudadanos es no pactar con VOX. Son auténticos vampiros que necesitan su sangre, pero les niegan la palabra. Los quieren mudos, meros convidados de piedra que ni pinchen ni corten, para seguir mangoneando con más de lo mismo. Es una incoherencia que defendiendo Cs la unidad de España, se nieguen a pactar con el partido que sentó en el banquillo a los golpistas. Creo que, en el fondo, sienten rabia de no haber sido ellos los autores de la heroicidad. Cualquier otro partido que hubiera conseguido tal hazaña, se echaría flores a diario. ¡Y con razón!

VOX es un problema para toda esta jarca de “pillos” de la política, que se toman la cosa como una suerte de juego excitante con el que calmar su adicción a la adrenalina. Es un inconveniente porque VOX ha llegado para sanear la política, para extirpar quistes malignos de las instituciones, para servir a los ciudadanos, para eliminar chiringuitos y mamandurrias, para retirar subvenciones innecesarias, para justificar las cuentas –nuestras cuentas— y para resolver otros muchos temas de urgentes relacionados con la marcha de la democracia. En el fondo, creo que a VOX le tienen envidia por su valentía. A Casado le encantaría tener la capacidad de maniobra de Abascal a la hora de proponer ideas y reformas, pero el pobre está maniatado. Penden sobre él los defectos acumulados durante años, los casos de corrupción pendientes, lo peor del aznarismo y lo más detestable del rajoyismo. Casado dio lo mejor de sí mismo en el discurso tras vencer a Soraya, pero tuvo que rectificar y tragar todos los sapos para sobrevivir a los tahúres profesionales. Y ni con esas. Feijóo es una de las mayores rémoras de Casado. El gallego es un viejo zorro que se ha ido forjando en el troquel de los caciques de Galicia y tiene mucha escuela en estas artes. Entre Feijóo y Sánchez no hay gran diferencia. Los dos están desprovistos de ideología, como no sea el interés de servirse a sí mismos y al «progrerío» para estar en la onda de los diseñadores del NOM. Perdón si somos reiterativos en este punto, pero es “conditio sine qua non” para entender muchos porqués, aparentemente surrealistas.

Vox no tiene ninguna de esas servidumbres. Por eso se ha lanzado la consigna del bullying y se les ha colgado el sambenito de apestados. ¡Todos a una! A ver si a fuerza de repetir la mentira mil veces, se convierte en verdad, máxima del nazi Göbells, adoptada por todos los negociantes del tablero. Por eso ha habido que falsificar el resultado electoral del 28-A. Por eso se le ha vetado en los debates. Por eso se ha hackeado su web los días previos a las elecciones, acción a cargo del Ministerio de Defensa, que está siendo investigado. Esto es muy grave.

De Sánchez no hay nada nuevo que decir, porque sigue siendo lo peor. El grave problema para España ahora es Rivera, mangoneado por los que tienen en su agenda una España fragmentada y despersonalizada, esclava de un gobierno mundial que ni elegimos ni conocemos. Pero lo hace gustoso porque es un frívolo de mala entraña. Teníamos la esperanza de que después de lo de Colón y de su rechazo a Sánchez pudiéramos incluirlo en el centro derecha, a pesar del esperpento de su reivindicada ley de bebés a la carta. Bebés sin mamá, pagados, como si fueran mascotas. Sin embargo, no. La cabra siempre tira al monte. Pero ¿por qué Rivera pedía elecciones? ¿Para hacer más fuerte a Sánchez? ¿Es que no estaba lo suficientemente aleccionado?

Así que, por culpa de estos catalanes recién llegados a Madrid, con sus Garicanos, Arrimadas, Valls, todos bajo el paraguas de Soros y su masonería infecta de odio a nuestros valores tradicionales, tenemos el Ayuntamiento y la Comunidad a un tris de caer en manos de la izquierda. El colmo. No quiero hacer análisis, pero mucho me temo que Ciudadanos busca una excusa para sacar partido apoyando a la izquierda. Que no culpen a Vox de sus maquiaveladas.

Vox necesita más apoyo que nunca, porque está siendo perseguido y su aniquilación figura en la agenda de los enemigos de España. Es cierto que la ilusión se transformó en chasco el día de las elecciones generales y eso trajo la desmoralización. Tenía que ganar Sánchez y solo podía hacerlo con la práctica del fraude, como hacen los sátrapas totalitarios. Está más que demostrado, pero la prensa del sistema hace oídos sordos. Pero más de dos millones y medio de votos tienen mucha fuerza, sobre todo porque son los votos del sentido común, de la unidad de España, del orden, del respeto a la ley, a la propiedad privada, a la libertad de educación y de conciencia. Vox es la única alternativa. Hay que reconquistar la dignidad que nos han robado.

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Autor

Magdalena del Amo

Periodista, escritora y editora, especialista en el Nuevo Orden Mundial y en la “Ideología de género”. En la actualidad es directora de La Regla de Oro Ediciones.

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