El tráfico de influencias – una forma de corrupción -, ilegal en España, no da tregua a los ciudadanos: su asedio es incesante.
Acabamos de enterarnos, con meses de retraso, que el alcalde de Talavera de la Reina ha logrado colocar a su mujer en la Diputación Provincial de Toledo. Ha sido contratada mediante designación directa para desempeñar el cargo de auxiliar administrativo. Simultáneamente, el presidente de la Diputación nombra asesora a Esther Padilla Ruiz, la portavoz del PSOE toledano y ex directora general con José Bono y José María Barreda.
Ambos nombramientos son el resultado de un pacto consistente en colocar a personas de confianza de cada uno de los dos principales partidos, el PSOE y el PP, en una institución clave en el reparto de dinero entre los diferentes pueblos de la provincia, gobernados mayoritariamente por los dos grandes partidos.
Insolidaridad
Resulta humillante para los miles de ciudadanos que buscan empleo y para los cientos que están siendo despedidos en la sanidad, la educación y en las propias instituciones de gobierno, ver cómo sus representantes políticos se dedican a colocar a sus familiares, amigos y correligionarios. En el caso de Talavera de la Reina, los ciudadanos han de soportar y sufrir el nepotismo y la insolidaridad de su Alcalde.
Una farsa
Todo un programa político que propugnaba como prioridad lograr empleo para los ciudadanos, el ahorro y evitar los gastos innecesarios; en suma: empleo para todos y hacer más con menos. Ese era el programa. ¿Qué ha quedado de todo esto, un año y pocos meses después de que Lago llegara a la Alcaldía? Todo es una farsa.
Cuando el país supere la crisis, las cosas ya nunca volverán a ser iguales. La crisis ha desenmascarado los vicios de una clase política que vive para y por el enriquecimiento económico. Cuando la escasez de recursos no era tan patente, como ahora, resultaba fácil enriquecerse sin levantar demasiadas sospechas. Ahora es escaso el capital y son muchos los que están deseosos de hacerse con una parte, y eso crea tensiones, disputas, y, a la postre, les deja al descubierto. Por lo demás, el ciudadano se resiente en sus propias carnes de la escasez y ve con estupor como lo escaso se lo repartes los políticos nombrados por ellos para gestionar los bienes del Estado, es decir el erario.
Dimisión
En el caso de Talavera, al Alcalde habría que exigirle dos cosas: deshacer el nombramiento de su mujer y presentar su dimisión. El nepotismo no puede admitirse en un país que intenta, con la oposición de sus políticos, alcanzar un mayor grado de desarrollo democrático y bienestar social. Esto debería hacerse extensivo al propio presidente de la Diputación, por cuanto ha sido él quien ha llevado a cabo el nombramiento a sabiendas de que eso era impropio de un responsable político, que tiene que impedir por todos los medios el nepotismo y el tráfico de influencias en la institución que dirige.
Plan diabólico
Así pues es necesario acabar con este estado de cosas. Es preciso denunciar todo tipo de irregularidad, que el ciudadano sepa que nuestros políticos solo desean estar allí donde esté el dinero y que a él se llega tan solo por medio del poder en sus múltiples y variadas formas y facetas. Y es preciso subrayar que son los jóvenes, el futuro de un país, los más perjudicados. Los miles y miles de jóvenes han de entender que la situación de absoluta postración en la que viven responde a un plan diseñado a largo plazo por los sociólogos del poder. La finalidad es crear una clase social menguada intelectualmente, es decir esclavizada, sin derechos, sin futuro, sin autoestima. Estamos frente a un diseño diabólico puesto en práctica por unos dirigentes políticos sin escrúpulos de ninguna clase, y con instinto exterminador.
