Io sono un coglioni, e tu? (Yo soy un gilipollas, ¿y tú?)

Io sono un coglioni, e tu? (Yo soy un gilipollas, ¿y tú?)

Los últimos días de campaña electoral no están siendo fáciles para Berlusconi que, a pesar de haber batido a su rival Prodi en el debate televisivo final, siempre muy decisivo, se está enfrentado a más de un problema fruto de su excesiva locuacidad, por así decirlo. La última ha sido llamar a todos los que no le voten “Coglioni” una palabra en italiano no muy elegante y que en España traduciríamos por “gilipollas”, con perdón.

Está claro que Il Cavalieri ha sido menos caballeroso que nunca y está recibiendo por ello numerosas críticas que, como viene siendo habitual, están apareciendo sobre todo (o al menos antes que en ninguna otra parte) en Internet y en los blogs. Lo curioso del tema es que los votantes de izquierdas en lugar de sentirse ofendidos están empezando a adoptar ese término como “grito de guerra” y, en un contraataque furibundo y sorprendente, se están mostrando orgullosos de ser “coglioni”.

Así, la palabrita de marras está cosechando un importante éxito y, según el buscador especializado en blogs Technorati, en las últimas 16 horas se ha usado ocho veces más de lo habitual en los blogs escritos en italiano: muchos blogueros están aireando su condición de coglioni y lo explican bien sea con cierta complejidad argumental, bien de la forma más sencilla posible.

No sólo eso, han aparecido también algunas páginas como sonouncoglione.com cuya intención es, literalmente, que la gente se “de de alta” como gilipollas (sí, ya sabemos que suena raro) y transmita su opinión. La respuesta es ingeniosa y divertida, pero cabría preguntarse quién se sale con la suya: al fin y al cabo por mucho que lo digan con la cabeza alta un «coglioni» no deja de ser un «gilipollas», con perdón.

Por si esto no fuera poco otro escándalo se ha desatado en las últimas horas que ha obligado al Primer Ministro y candidato a suspender una aparición prevista en una de sus televisiones. El pasado miércoles anunció una aparición en una de las cadenas de Mediaset, el grupo mediático que controla su propia familia, pero esa misma tarde no le quedó más remedio que renunciar a ella pues el escándalo había resultado mayúsculo.

Resulta que en Italia las emisoras de televisión tienen, por ley, que repartir su tiempo equitativamente entre los candidatos y esa aparición en una cadena de la que en cierta forma es propietario y sin la presencia de su rival parecía exceder los límites de todas las normas. Por si fuera poco algunas de las emisoras de Mediaset ya habían recibido una multa por mantener un reparto de tiempos muy poco imparcial, y la Autoridad para la Garantía de las Comunicaciones, que es el órgano encargado de velar por el respeto a esas normas de tiempo, había advertido que no había emitido ninguna autorización a esta última entrevista.

Todavía no sabemos si su figura, siempre envuelta en la polémica, será una rémora en este tramo final de la campaña o lo que le catapulte de nuevo al éxito. Al parecer las encuestas están muy ajustadas y el voto de los indecisos puede ser determinante, eso explicaría la hiperactividad verbal de Berlusconi, pero hasta después de la votación no sabremos quién es el “coglioni” de esta historia.

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