El gordo que hizo el ridículo y se convirtió en millonario

A veces la popularidad no es algo que se agradezca y no nos referimos a los miembros del famoseo perseguidos por los paparazzi, que también, sino al caso del “Chico de Star Wars”. ¿Lo recuerdan? Sí, se trata de aquel jovencito americano más bien rechoncho que se las daba de Lord Sith (los personajes que se enfrentaban a los jedis en las películas de George Lucas) frente a una cámara de vídeo casera, con tan mala suerte que unos compañeros de clase encontraron la cinta y lo colgaron de Intenet.

Las evoluciones del joven frente a la cámara dejaban claro que lo que le acompañaba no era precisamente la fuerza sino más bien los kilos y el vídeo tenía un grado de comicidad tal que se hico famoso en la Red y en unas pocas semanas se habían producido miles de descargas, de hecho, uno de los primeros blogs en colgarlo afirmó haber registrado más de un millón. Vean ustedes por qué:

No sólo eso, tras el hilarante original llegaron gran cantidad de versiones (pueden ver algunas aquí) y, entre unas cosas y otras, el pobre chico protagonizó el que ha sido, probablemente, el caso más rotundo de ridículo masivo por Intenet en la todavía joven historia de la Red. Hasta tal punto llegó la cosa que la fama del “Chico de Star Wars” saltó las fronteras de Internet y fue tema recurrente de bromas hasta en algunos de los más populares programas de humor de la televisión americana.

Tanto fue así que el pobre chico se cogió una depresión de caballo (¿otra muestra más de que la fuerza no le acompañaba?) y, al parecer, llego a necesitar el ingreso en una institución psiquiátrica. La cosa no podía quedar así y menos en Estados Unidos, el reino de los abogados y los pleitos: los padres del “Chico de Star Wars” pusieron una demanda contra los tres simpáticos compañeros de su hijo y les pidieron una indemnización de más de 350.000 dólares.

Finalmente la cosa no ha llegado al tribunal: un acuerdo económico entre las partes en conflicto y cuya cantidad no se ha especificado ha solucionado el problema y, esperemos, ha hecho que el pobre Ghyslain Raza, que así se llama el chaval, se vuelva a sentir mejor. Eso sí, probablemente le haya cogido cierta manía a las cámaras de vídeo, y quién sabe si a Internet.

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