China exporta empresas a todo el mundo

China exporta empresas a todo el mundo

(PD).-En medio de la avalancha de ropa, aparatos electrónicos y juguetes que China vende al resto del mundo hay otro producto de exportación poco conocido: empresas multinacionales.

Por siglos, los chinos buscaron fortuna en el exterior, instalando restaurantes y negocios en casi todas las ciudades y ocupando incluso barrios enteros. Ahora, -informa la agencia AP– las empresas chinas están siguiendo el mismo camino, empujadas por un gobierno que ha apostado por el capitalismo para promover el desarrollo.

Buscan mercados que no han sido explotados y llevan consigo enormes cantidades de dinero generado por un mercado doméstico en plena expansión.

De repente aparecen plantas automotrices en Latinoamérica. Un floreciente mercado de materias primas promete darle nueva vida a una ciudad provincial de Suecia. Una firma que distribuye repuestos de automóviles revitaliza de la principal región industrial de Estados Unidos, se instala una fábrica de televisores en Sudáfrica y una firma de alta tecnología acumula contratos para renovar las redes de telecomunicaciones del Golfo Pérsico.

«No solo somos pioneros. También nos consideramos exploradores», expresa Sean Chen, un ejecutivo de 26 años que supervisa la construcción de una planta de repuestos electrónicos y un parque industrial, una inversión de $100 millones, en el sur de Estados Unidos.

Chen y su novia, Joy Chen se pusieron nombres en inglés luego de trasladarse de Shanghai a Atlanta para abrir una sucursal de General Protecht Group, una compañía controlada por su padre. Si bien lo que buscan es ganancias, Sean Chen y su padre consideran esta iniciativa es casi un experimento social, en el que se busca combinar lo mejor que ofrece China con lo mejor que ofrece Estados Unidos.

«Deseo lograr la eficiencia y la capacidad de los empleados estadounidenses, y la hermandad de las compañías chinas», expresó Sean Chen. «Quiero ver si capitalistas y socialistas pueden ir de la mano».

La presencia de empresas chinas en el exterior es limitada, pero crece rápidamente.

Empresas chinas invirtieron más de $30 mil millones en firmas extranjeras entre 1996 y el 2005. La tercera parte de esa suma entre el 2004 y el 2005, según un estudio de Usha Haley, profesor de comercio internacional de la Universidad de New Haven, Connecticut.

El grupo Lenovo causó conmoción en diciembre del 2004 al anuncia la adquisición de la unidad de computadores personales de IBM por $1,750 millones.

Tan solo en Estados Unidos y Canadá, tienen inversiones en unos 3 mil proyectos y 29 empresas chinas debutaron en la bolsa de valores estadounidense el año pasado, según el Bank of New York Mellon Corp.

Las empresas chinas no solo abren oficinas y fábricas en el exterior. También fabrican y venden productos con sus propias marcas.

Esa competencia hará que le resulte más difícil a las empresas europeas y estadounidenses obtener grandes dividendos con productos innovadores antes de verse obligados a bajar los precios.

Los sectores vulnerables incluyen los aparatos de televisión de alta definición, los reproductores de DVD portátiles, la tecnología médica e incluso la industria automotriz, según Peter Williamson, profesor de administración internacional de la Universidad de Cambridge con amplia experiencia en China.

En la Feria Automotriz de Detroit, en enero, una firma china presentó una camioneta china con interior de cuero valuada en $14 mil dólares, la mitad de lo que cuesta un auto similar en Estados Unidos. El vehículo comenzará a venderse en nueve estados a comienzos del año que viene.

Las firmas chinas pueden aprovechar sus bajos costos de producción para incorporar más comodidades. Si la calidad de los productos es lo suficientemente buena, esa combinación de artículos decentes a bajo precio puede resultar letal.

«Acabará con las ganancias de la competencia», pronosticó Williamson.

La dinámica recuerda lo sucedido cuando los japoneses obligaron a sus competidores estadounidenses a ofrecer al consumidor avances como control electrónico de las ventanas y aire acondicionado.

En Kalmar, ciudad costera de Suecia, los chinos están abriendo un hotel y un negocio de venta de productos chinos a mayoristas. El proyecto, de 160 millones de dólares, ocupará una fábrica de chocolate que dejó de funcionar y podría revivir una ciudad abandonada por la firma automotriz Volvo y por una empresa fabricante de trenes.

No será el primer proyecto de este tipo. En Dubay ya hay un enorme complejo que incluye un centro comercial y un conjunto de apartamentos. En Europa oriental, Italia, Inglaterra y Rusia hay también centro dedicados a productos chinos.

El proyecto de Kalmar enfrenta algunos problemas. Fanerdun, el grupo que financia el proyecto, no recibió autorización del gobierno chino para la transferencia de fondos a Suecia y hay un conflicto por las demoras en el pago de los sueldos de trabajadores chinos que participaron en la iniciativa.

Mala planificación frustró algunos proyectos, como un parque temático en la Florida y la remodelación de un viejo hotel de Los Angeles, del que no fue posible desalojar a algunos ocupantes.

Diferencias culturales

Hay algunas diferencias culturales que complican las cosas. Los ejecutivos occidentales con frecuencia exigen más autoridad que la que los chinos están acostumbrados a dar. Y con frecuencia los ejecutivos chinos no están bien preparados.

Los chinos todavía están aprendiendo técnicas occidentales como análisis de mercados y protección de marcas.

«Asuste pensar lo que podrán hacer cuando consigan combinar su control de costos con la administración de inventarios de Estados Unidos», manifestó Charles Freeman, especialista en China del Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos con sede en Washington.

Freeman recuerda un caso en el que un fabricante de teléfonos celulares tenía guardados 100 millones de auriculares.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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