Una española en lo más alto de Microsoft

(PD).- La compañía estadounidense Microsoft ha nombrado a Rosa María García vicepresidenta de Microsoft para Europa Occidental.

Según ha informado la empresa en un comunicado, Rosa, presidenta de la compañía en España desde 2006, se responsabilizará de esta nueva organización a partir del 1 de julio y agrupará las diferentes líneas de negocio de la compañía orientadas al mercado de consumo y que incluye las actuales divisiones de Windows Consumer, Windows Mobile, Windows Life y MSN.

La nueva vicepresidenta será responsable de las ventas, mercadotecnia, desarrollo de negocio y operaciones de la nueva división en los catorce países que integran la región de Europa Occidental (España, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Islandia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza).

Licenciada en Ciencias Matemáticas, Rosa María García cuenta con una experiencia de más de veinte años en la industria de Tecnologías de la Información, es consejera del Círculo de Empresarios, miembro del Fórum de Alta Dirección y ha recibido varios galardones, entre ellos, el Premio a la Mujer Directiva y al de Directivo del Año.

ENTREVISTA
«El mío es el diario de una madre y presidenta imperfecta”

Sus compañeros dicen que, además de su talento, disciplina y esfuerzo, ha llevado el sentido común a Microsoft. Quizá eso es lo que la ha hecho merecedora de ser elegida Mejor Directiva del Año en varias ocasiones y lo que conquistó a Bill Gates (fundador de Microsoft) y a Steve Ballmer (Consejero Delegado) cuando la ficharon para trabajar codo a codo con ellos en EEUU.

Hoy, máxima responsable de la compañía en España, no cesa en su empeño de promocionar el uso de la tecnología para hacernos la vida más fácil, como explica a Ana Rosa Quintana en esta larga entrevista.

¿Cuántas veces has dado la vuelta al mundo?

[Ríe]. Muchas. Durante los siete años que trabajé en EE. UU., tres o cuatro veces al año, porque visitaba las distintas subsidiarias de Microsoft por el mundo para ayudar a refocalizarlas.

Pero tú te licenciaste en Matemáticas, ¿cómo llegaste a Microsoft?

Con mucho trabajo y un poco de suerte. Yo quería ser profesora de secundaria. Me encantaba ver cómo le brillaban los ojos a la gente cuando resolvían algún problema… Pero encontré trabajo en una empresa de informática, de la que no sabía nada, para dar soporte técnico a los usuarios. Era como un médico que les ayudaba a resolver sus problemas…

Eso fue… ¿hace cuánto tiempo?

24 años. Ahí me enamoré del milagro de la tecnología, de cómo nos puede ayudar a ser más felices y productivos, a tener más tiempo… y pensé: “¡No puedo trabajar en otra cosa!”.

Hallaste tu vocación por casualidad.

Sí. Encontrar una pasión es lo más importante porque te hace crecer rápidamente.

Cuando te ofrecieron un puestazo en EEUU, ya tenías un hijo. ¿Tuviste muchas dudas sobre marcharte y cambiar de vida o no te lo pensaste?

¡Me pasé dos días cambiando de opinión cada hora! Pero pensé, primero, que era una experiencia vital que no me podía perder. Yo había vivido varios años en otro país y la experiencia de conocer otra cultura te ayuda a valorar la diversidad, te hace más abierto, flexible y responsable, te une como pareja… Me apetecía que mi marido y mi hijo pudieran experimentarlo. Y, lo segundo, era una oportunidad preciosa: ¡llevar la estrategia de Microsoft a nivel mundial trabajando para su presidente! Pensé: si con 30 años no tengo valor para fracasar, ¿cuándo lo voy a tener? Así que hicimos la maleta y nos fuimos.

Tú siempre destacas todo lo que hace la tecnología por nosotros, pero también nos esclaviza. Hoy no nos imaginamos vivir sin móvil. Yo, por ejemplo, soy esclava del e-mail. No sé hasta qué punto gano o pierdo en comodidad…

Yo no creo que nos esclavice. Pienso que sin medida todo es malo. Si tienes un hijo al que le gusta el deporte tanto que no lee, ni habla con sus amigos, ni atiende en el colegio, es malo. Si alguien usa tanto la tecnología que vive absorbido por ella, también lo es. La realidad es que hoy sabes que puedes coger el coche de noche porque, si pinchas y llevas el móvil, puedes pedir ayuda… Vas esclavo porque no prescindes, pero eres libre porque no tienes el problema de quedarte incomunicado.

No, si yo lo considero imprescindible.

Claro, hace la vida mucho más fácil: puedes comprar por Internet, buscar y organizar tus vacaciones ideales… En EE. UU. trabajaste con Bill Gates.

¿Es cierto que no tiene plaza de garaje adjudicada en su oficina?

Sí [ríe]. A Bill Gates hay que conocerlo. Es un hombre tremendamente tímido y eso hace que pueda parecer un poco seco. A mí me impresiona su tremenda humanidad. A pesar de que, durante mucho tiempo, fue el hombre más rico del mundo y que si hoy no lo es se debe a que cada año vende cerca de un 1% de Microsoft en acciones para darlas al Tercer Mundo, cuando le preguntas: “Bill, ¿por qué lo haces?”, siempre contesta igual: “¿Por qué nos creemos que la vida de tu hijo o el mío vale más que la de un niño de África? Si las farmacéuticas no están dispuestas a hacer vacunas para el Tercer Mundo, las haré yo. Tengo tanto dinero que es mi responsabilidad”. Él lo siente así, está realmente involucrado.

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