En 2020, este tipo de engaño generó un movimiento de dinero superior a los 300 millones de euros

Cómo una mujer perdió 150.000 euros en un sitio de citas online

Rachel Elwell envió grandes cantidades de dinero a un desconocido al ser víctima de la estafa conocida en inglés como catfishing (pesca de bagres)

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Estafa PD

Rachel Elwell fue buscando el amor, pero terminó encontrando una gran estafa.

Un hombre atractivo le envió una invitación virtual para “conectar”. Pero lo que inició como un intercambio prometedor terminó siendo una pesadilla para esta británica de 50 años.

Dos meses y medio más tarde, Rachel terminaría al borde de la bancarrota, después de haberle dado más de 150.000 euros de su dinero a este hombre, a quien nunca llegó a conocer en persona.

La gerente de exportaciones que vive en Brownhills fue víctima de lo que se conoce como fraude romántico o estafa romántica.

Según Action Fraud, el centro nacional de denuncias de fraude de Reino Unido, ocurre cuando delincuentes engañan a las personas para que les envíen dinero, ganándose su confianza y convenciéndolas de que están en una relación genuina.

Este tipo de engaño suele realizarse mediante una forma de estafa conocida en inglés como catfishing (pesca de bagres), que es cuando alguien crea una cuenta o un perfil falso, ya sea en redes sociales o sitios de citas, con la intención de estafar o abusar de alguien.

En 2020, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos informó que «las pérdidas reportadas producto de las denominadas estafas románticas alcanzaron la cifra récord de 304 millones de dólares».

El amor fallido de Rachel

La mujer cuenta que el hombre que la contactó le dijo que vivía en una localidad cercana llamada Cannock, pero que tendrían que esperar unas semanas para reunirse porque él se encontraba en el exterior, realizando un proyecto de ingeniería en Ucrania.

Pero después de un tiempo el hombre la llamó y le dijo que las leyes en ese país habían cambiado debido a la pandemia de COVID-19 y que ahora tenía que pagar impuestos antes de poder comenzar el trabajo de ingeniería.

Le dijo que la obra estaba parada hasta que pagara ese dinero, y que había usado los fondos de su pensión, vendido su auto y además había acudido a prestamistas para juntar el monto reclamado.

El hombre incluso produjo una carta —y le envió a Elwell una copia— que supuestamente era del fisco ucraniano, donde le exigían pagar 150.000 euros. «Todo se veía muy legítimo», dice la mujer, quien «a regañadientes» aceptó enviarle 45.000 libras (unos 62.000 euros).

Pero la cosa se puso tensa cuando el hombre la contactó para decirle que dos «matones» enviados por los prestamistas habían aparecido en su casa y lo habían encerrado en el sótano.

Le dijo que los hombres reclamaban el dinero prestado y le envió fotos que supuestamente lo mostraban encerrado.

Elwell decidió mandarle el dinero.

«Cuando me dijo que su vida estaba en peligro y no supe de él, pensé que lo habían asesinado. ¿Te imaginas sentirte responsable de que alguien viva o muera?», explica, cuando le preguntan por qué le envió tanto dinero a una persona a la que no conocía.

El 16 de marzo, día en que el hombre supuestamente volaba de regreso a Londres, Elwell fue al aeropuerto de Heathrow a recibirlo, pero le llegó un correo electrónico de supuestos funcionarios del aeropuerto diciendo que había sido arrestado.

Cuenta que cuando se acercó a unos oficiales de la Fuerza Fronteriza para consultarles por lo que estaba ocurriendo le dijeron: «Oye, es una estafa».

Pero no fue hasta que visitó la supuesta casa del hombre para hablar con su presunta hija y ama de llaves que finalmente cayó en cuenta de la realidad.

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