La aparición de Kick ha sacudido el mundo del streaming en directo.
Su modelo de negocio, que ofrece a los creadores el 95% de los ingresos –frente al 50% habitual en Twitch– resulta irresistible para quienes buscan rentabilidad rápida.
Pero lo que realmente distingue a Kick no es solo su generosidad económica: es su permisividad.
Aquí los límites que otras plataformas consideran inaceptables –violencia, insultos, consumo de drogas o desnudos– se difuminan con facilidad.
En España, Kick no ha logrado aún el arraigo de su gran rival.
Los grandes streamers nacionales siguen fieles a Twitch, aunque han recibido ofertas millonarias para mudarse.
Sin embargo, varios creadores latinoamericanos como MrStivenTc o Westcol ya han hecho el salto y arrastran audiencias masivas.
A día de hoy, 24 de agosto de 2025, Kick suma unos 817.000 espectadores mensuales en el mercado hispanohablante, todavía lejos de los 2,1 millones que registra Twitch.
Simón Pérez, ex asesor financiero, necesita ayuda urgente.
Vídeo-reacción de @antoniomasmas_ pic.twitter.com/ZlLlvuNluw— España Actual (@espact24) August 4, 2025
La muerte en directo del streamer francés ha puesto sobre la mesa una cuestión urgente: ¿debe permitirse cualquier cosa bajo el paraguas de la libertad digital?
Las autoridades francesas investigan ahora si Kick vulnera las leyes nacionales sobre contenidos digitales tras las denuncias recibidas el año pasado.
El debate ya está abierto también en España.
En este contexto, los expertos advierten sobre las consecuencias sociales y psicológicas del acceso ilimitado a contenidos extremos.
El morbo sigue siendo uno de los principales motores del negocio digital; pero cuando ese morbo se transforma en riesgo real para la integridad física o mental –tanto del streamer como del público– surgen preguntas difíciles sobre responsabilidad colectiva.
Kick desafía abiertamente las reglas del juego digital. Lo hace apelando tanto al bolsillo como al instinto más básico del ser humano: mirar donde nadie más mira.
Mientras tanto, las fronteras entre espectáculo y sufrimiento real parecen cada vez más borrosas. Y esa es quizás la mayor incógnita tecnológica –y ética– del momento.
La espiral autodestructiva: casos extremos
Pero la fama de Kick no se debe solo al dinero o a la competencia con Twitch. La plataforma se ha convertido en el refugio de streamers expulsados por su comportamiento extremo. El caso del español Simón Pérez ilustra la tendencia: tras ser vetado en YouTube y Twitch por retransmitir su propia autodestrucción –consumo de drogas y retos peligrosos en directo ante decenas de miles de seguidores– acabó recalando en Kick, donde la moderación brilla por su ausencia.
Pérez reconocía haber ingresado más de 5.000 euros al mes gracias a sus emisiones, destinando parte a apuestas y sustancias. Su célebre frase en un pódcast lo resume: “Si un día me estoy muriendo, conectad la cámara”. Cuando fue expulsado finalmente también de Kick, no tardó en reaparecer en otra plataforma aún menos regulada. La deriva es clara: cuanto más autodestructivo el espectáculo, mayor es la recompensa económica.
El caso Jean Pormanove: cuando el streaming cruza todas las líneas
El punto álgido llegó con la muerte en directo del streamer francés Jean Pormanove (Raphaël Graven). Durante una emisión maratoniana de casi 12 días en Kick –seguida por más de 10.000 espectadores– Pormanove apareció sometido a humillaciones físicas y verbales por parte de otros participantes. Las imágenes mostraban maltrato explícito: golpes, insultos y actos degradantes.
La tragedia destapó una faceta inquietante del fenómeno conocido como trash streaming, donde los protagonistas asumen retos peligrosos o humillaciones extremas para captar audiencia y dinero. Aunque la autopsia descartó que los golpes recibidos fueran la causa directa del fallecimiento –apuntando a factores médicos o toxicológicos– el escándalo ha desatado una investigación policial y una ola de indignación pública en Francia. La ministra francesa Clara Chappaz calificó el incidente como “horror absoluto” y pidió revisar urgentemente las normas que rigen estos contenidos.
Streaming basura: ¿libertad o peligro social?
El fenómeno no es nuevo ni exclusivo de Kick. Desde hace años han surgido subgéneros dedicados al streaming extremo, popularizados en países como Rusia y Polonia, donde algunos streamers han llegado incluso a perder la vida durante emisiones violentas. La diferencia es que Kick ha elevado este tipo de espectáculos al mainstream digital gracias a su escasa moderación.
La plataforma asegura oficialmente que no admite “violencia aberrante” ni incitación al sufrimiento o muerte. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario: los límites se difuminan cuando hay dinero y audiencia de por medio. El resultado es una peligrosa espiral donde los creadores compiten por superar lo extremo mientras miles de espectadores pagan por ver hasta dónde llega el espectáculo.
¿Por qué Kick atrae estos contenidos?
Hay varios factores que explican este fenómeno:
- Moderación muy laxa: Los controles son mínimos y resulta fácil emitir contenido prohibido en otras plataformas.
- Incentivo económico: El reparto del 95% de ingresos atrae incluso a quienes han sido vetados por comportamientos extremos.
- Vinculación con criptocasinos: En España, Kick está asociada a un casino online sin licencia nacional, lo que añade otra capa turbia al negocio.
- Acceso ilimitado para menores: La falta de restricciones permite que cualquier usuario pueda visualizar contenidos potencialmente dañinos sin filtro alguno.
| Plataforma | Moderación | Reparto ingresos | Tipos polémicos permitidos |
|---|---|---|---|
| Twitch | Estricta | 50% aprox | No (apuestas/violencia) |
| Kick | Muy baja | 95% | Sí (apuestas/violencia/desnudos) |
Mientras Twitch mantiene controles estrictos sobre el tipo de contenido permitido –especialmente con respecto a apuestas y violencia– Kick parece apostar por la libertad total como reclamo para atraer audiencias huérfanas de otros espacios digitales más regulados.
¿Quién inventó Kick?
Kick fue fundado en 2022 por Bijan Tehrani, Ed Craven y el streamer Tyler «Trainwreckstv» Niknam.
Tehrani y Craven son cofundadores de Stake.com, mientras que Trainwreckstv aportó ideas y feedback para el desarrollo de la plataforma, diseñada como una alternativa a Twitch con moderación flexible y mayor participación en ingresos para creadores.
Kick es operado por Kick Streaming Pty Ltd, una empresa australiana propiedad de Easygo Entertainment Pty Ltd.
¿Cómo hace dinero Kick?
Kick genera ingresos mediante:
- Suscripciones: Retiene el 5% de los ingresos por suscripciones, dejando el 95% a los creadores.
- Programa de Incentivos para Creadores: Paga tarifas por hora a streamers que cumplen requisitos como un promedio de 75 espectadores concurrentes y 30 horas de streaming al mes. Este programa ha distribuido más de $46 millones desde 2024.
- Publicidad y patrocinios: Planea conectar marcas con creadores para patrocinios, evitando anuncios tradicionales.
- Contenido de juegos de azar: Permite streams de juegos como tragamonedas, generando ingresos indirectos a través de asociaciones con plataformas de apuestas.
Kick no es rentable aún, pero se estima que genera $248 millones anuales, con una valoración entre $1.24 y $2.48 mil millones. Planea alcanzar rentabilidad en 1-3 años mediante publicidad y crecimiento de usuarios.
¿Cuántos seguidores tiene Kick por países?
No hay datos públicos específicos sobre seguidores por país.
En 2024, Kick registró 2.1 mil millones de horas vistas globalmente, con 258,000 espectadores concurrentes promedio.
Su tráfico en septiembre de 2024 fue de 88.66 millones de visitantes únicos, aproximadamente el 8.87% del tráfico de Twitch.
La categoría más popular es Just Chatting.
La audiencia probablemente se concentra en Estados Unidos, Australia, Europa y Latinoamérica, donde el streaming y los juegos de azar son populares.

